21 de octubre de 2012

"Sé fuerte."



Y a ti, ¿No te duele mucho más todo esto?
Que te digan que no puedes sufrir, que no puedes parar a descansar, que tienes que ser fuerte. 
Siempre esa frase "Tienes que ser fuerte". Siempre un "Sé fuerte". "Sé fuerte siempre sin importar que estés hundida. Que no te vean llorar, que nadie sepa que lo pasas mal, que nadie sepa que estás hecha una mierda, eso merece todo el desprecio del mundo. Tú no tienes derecho a estar mal".
Y una mierda. 
Yo necesito llorar. Yo necesito escribir esto aunque me llamen víctima, yo necesito saber que no soy un trozo de carne sin sentimientos, que no puedo con todo, pero tiene mérito lo que hago. 
Necesito sentirme fuerte porque lo he logrado poco a poco, no porque me han empujado a ser fuerte sin poder soportarlo. 
A la mierda. 
El truco es hacer como que todo te importa una mierda. El truco está en demostrar que todo te importa una mierda. Tragarse los problemas y llorarlos por las noches. 
Y, como ahora no puedo llorar, porque aun no estoy sola en la cama, lo mejor será que deje de escribir, porque ya el nudo no pasa por la garganta. 

Esto es lo que me robó el silencio, cuando no podía decirlo a nadie. 

9 de octubre de 2012

Joder, te das cuenta.


Y entonces ocurre, te das cuenta. 
Y entonces ocurre, te das cuenta. 
Y entonces ocurre, te das cuenta.
Te das cuenta, joder, te das cuenta. 
Al final no ha servido para nada. 

No importa si te sentiste especial, o una más. No importa si tenías sueños o vivías viendo la vida pasar. No importa si has luchado, si has sentido, si has amado, si has odiado, si te has odiado, si has olvidado o pasado la vida recordando. No importa. Esto es lo que te queda. 
No dependes de nadie, nadie depende de ti. Y, por mucho que digan, lo malo llega cuando tu felicidad depende solo de ti mismo, cuando no puedes echar las culpas a nadie cuando todo va mal. 

Esperas una llamada que no llega, un mensaje. Esperas una sonrisa, una palabra, una señal, esperas que Dios baje del cielo y te diga que eres alguien. 
Esperas recoger los frutos de lo que sembraste. 
Esperas que se pudra lo que no quieres. 
Esperas, esperas, esperas, y nada. 

Y entonces ocurre, te das cuenta. 

Aquí no hay nada. 
No eres especial, no eres una más, tus sueños no se cumplirán, la vida pasará y acabará cuando menos te lo esperes. ¿Luchar? ¿A eso lo has llamado luchar? ¿Amar? No sabes lo que es eso. Ni el odio. El olvido no existe. Esto es lo que te queda. 

No podrías depender de nadie ni podrías hacer que nadie dependiera de ti. 

Tu vida no es más que una sucesión de cosas absurdas que pasan bailando ante ti con un cartelito que señala que son importantes. Y tú intentas creerlo. Pero no. 

Ni lecciones, ni experiencias, ni motivos, ni esperanza, ni sueños, ni 'ser'. 


Esto es lo que me robó el silencio, solo un martes. Solo un martes.

6 de octubre de 2012

Ámame o mátame.


Sácame. Sácame de aquí, pequeña. 
Deja de hacer como que no me oyes, ni me sientes. Deja de fingir que no existo. 
Deja de fingir que no me necesitas, que no somos una, que esa barrera funciona. 

Es él quien no existe. Solo es una ilusión. ¿De verdad crees que porque nos separe una absurda barrera acabarás olvidándome? ¿Crees que acabaré muriendo? 

No sé de qué te quejas. Ojalá yo estuviera en tu lugar. Solo te pido que me saques de aquí. 

Deja de ignorarme, deja de pensar que no nos necesitamos, que yo creo desequilibrio y no lo contrario. 
No tienes ni puta idea. 

Yo no tengo nada. Me paso la vida aquí encerrada, odiando sin poder evitarlo, luchando sin poder evitarlo, viviendo sin poder evitarlo. No puedo salir de aquí. Es como vivir en la claustrofobia. Escuchando vuestros pasos y risas, y viendo solo la oscuridad. Alguna sombra. Sonriendo al pensar en lo peor y echándome a llorar cuando recuerdo buenos momentos. 

Y tú, ¿Qué? ¿Qué haces? Tratarme como si fuera un problema, evitarme, odiarme. Estoy aquí por ti. Tengo menos motivos para estar aquí que tú, pero sé que si me rindo y acabo conmigo, tú vendrás conmigo. Solo estoy aquí por ti. 

Si aguanto esto, es, tan solo, porque espero que algún día sepas matarme sin acabar con tu existencia. 

Esto es lo que me robó el silencio, de nuevo al borde. Sujetándome.

4 de octubre de 2012

Mi llama.


Es algo que nunca desaparecerá. 
Canciones que escuché demasiado en aquella época. Libros que leí, lugares que visité, incluso frases que solíamos decir. 
Ya ni recuerdo dónde empezó todo, los días exactos, ni siquiera quienes eran exactamente las personas que pasaron por mi vida en aquellos momentos. 
El tiempo ha borrado demasiado de aquello. Pero hay algo que no podrá borrar nunca el tiempo: Lo que sentí. 

Ya casi no quedan recuerdos, solo sentimientos. Sensaciones. 
Escuchar una melodía y saber que algún día me sentí rota. Leer un libro y saber que, en alguno de esos días, me levanté buscando una solución a pesar de no creer en nada. 

A veces ni siquiera sé si ciertas cosas las viví realmente, las soñé o me lo imaginé en esos momentos en los que todo era demasiado confuso. 

De lo único que estoy segura, es de que todo aquello pasó, de que, si he olvidado detalles, incluso momentos y semanas enteras, es porque no podría haber seguido viviendo con ello. 
Tengo la experiencia, aunque queden pocos recuerdos. 
Tengo los sentimientos, aunque queden pocas imágenes. 
Quedo yo, aunque no sepa bien quién era antes. 

Será que, al fin y al cabo, siempre hay una llama que nunca se apaga. 

Esto es lo que me robó el silencio, sin pedir permiso.