27 de agosto de 2011

Que frío, coño.


Este cansancio, esta rutina, el saber lo que sienten y a la vez darse cuenta de que sabes tan poco.
Que te digan "no sabes lo que es eso" y pensar que lo sabes de sobra, y pensar que no puedes explicarlo, ni arreglarlo, ni dar soluciones, porque no las hay.
Que frío ver como pasan, como se quedan con un trozo de ti, mientras tú, dispuesta a dar más y más trozos hasta que se sacien y no necesiten nada, te acabas quedando con tan poco.
Mirar las estrellas incluso cuando no las hay, y acordarte de que aún quieres que esté alguien a tu lado.
Que frío para ser agosto en Sevilla.
Y todo va demasiado bien, ¿No? Ahora sabemos más, y odiamos esa nostalgia. Odiamos recordar lo mucho que la cagamos y odiamos incluso el saber que no volveremos a cometer esos errores que tanto nos marcaron. Hasta el punto de ser nuestro presente, futuro y el pasado... eso ya no existe.
Saber que todo es perfecto porque no hay nada que perder, ya que tampoco ganamos nada en todas esas batallas. Solo la conciencia, los miedos y heridas que al cerrarse se convierten en cicatrices, y eso no desaparece.

Que frío hace en la azotea a estas horas, y eso que es agosto en Sevilla.

23 de agosto de 2011

Voy.


Allí donde estuvimos una vez. Donde debes volver, donde te esperaré.
En aquel sitio donde nos dimos la mano y echamos a correr. Donde nos reimos a carcajadas. Donde me besaste y te besé.
Voy allí donde supe lo que es amar, gracias a tus ojos.
Voy allí donde me demostraste que valía más que cualquier mal vicio. Donde me demostraste que hay alguien a quien aún le importo.
Voy donde acabamos solos en medio de un montón de gente. Mas solo existíamos tú y yo.
Donde no importaba lo que dijera, pensara o viera el resto, porque con nosotros nos bastaba.
Voy.
Voy a buscarte, o a esperarte, hasta morir de tristeza viendo que no apareces, o hasta morir de felicidad cuando vuelvas y me abraces, cuando vuelvas y me prometas que vamos a volver a vivir aquellos momentos, ni una ni dos, sino mil veces más. Voy a escuchar de tus labios que no te vas a ir nunca de mi lado, que me necesitas tanto como yo a ti.
Voy allí donde pasamos horas hablando de nosotros, de nuestro pasado, de nuestro presente y futuro juntos.
Donde veremos nevar, llover, y nos secaremos al sol, tumbados en el cesped, mientras nos miramos a los ojos.

Voy a donde espero encontrarte.

Esto es lo que me robó el silencio, mientras te buscaba.

¿Qué haré si nunca llegaste?


Si todo son ilusiones. Y aunque de ellas viva, también me matan.
Si llegas a olvidarte de mi nombre, y de que quise darlo todo.
¿Qué haré si dejamos de mirar la misma luna? Si sé que no piensas en mi como yo en ti. Si todo ha sido en vano.
Si leo la última página de este libro antes de empezarlo y decido que es un final demasiado triste como para empezar a leer.

¿Qué haré si no existes?

No tendré a quién regalar mis silencios. Ni mis sonrisas, ni mi lucha.

Demasiado importante para que el mundo se preocupe por ello.


Esto es lo que me robó el silencio, cuando tú no estabas.

Y derribaré montañas, y vaciaré mares, y lloraré cuando todos rían, y reiré cuando todos lloren.
Y que me digan imbécil, sé que solo soy ilusa. Que me digan inconsciente, sé que solo estoy enamorada.




11 de agosto de 2011

No quiero jugar más.


Nunca me sentí tan libre, como jugando contigo a ser una niña inocente, sin maldad, que solo sonríe por estar a tu lado, sin pedir nada a cambio y dándolo todo, sin embargo.
Nunca me sentí tan fuerte, como haciéndote feliz, como cuando me mirabas y decías que era gracias a mi. Cuando te ayudaba y te daba solución a todo, sintiéndome idiota, pero realizada.
Algo que creía que duraría eternamente. Nuestro juego, nuestra diversión. Llorar porque siempre me llevabas ventaja, y reír porque, a pesar de todo, seguías jugando conmigo.
Pero lo que no sabía es que no eramos dos jugadores, que yo era tu juguete y tú un profesional en cada partida. Que yo estaba jugando a un juego amañado, en el que nunca jamás ganaría, en el que me harías creer lo contrario, para debilitar mis defensas, para que me acabase quedando atrás sola, pero que nunca ganaría.
Después del abrazo, nunca vendría un beso. Después de un beso, siempre vendría un "lo siento". Después de cada despedida, nunca mirabas atrás. Y tras cada promesa, venía una sonrisa que me hacía creer, que era verdad. Pero nunca se cumplieron las promesas. Creía que la palabra "Siempre" volvía a ganar significado para mi, cuando realmente, eso ya era un imposible.

Y ahora, dices que me dejas ganar, que quieres acabar esta partida, en la que llevo esforzándome al máximo tanto tiempo, por la que no como ni duermo, por la que vivo, solo por ganarte, o al menos quedar en un empate. Pero tantas veces creí que ganaría que ya no confío en que me dejes hacerlo. Solo es otra mentira, solo es una estrategia más, para acabar dejándome sola, ante un tablero vacío, gigantesco y enrevesado como un laberinto, como un rompecabezas imposible. Solo es otro truco, para hacerme perder tiempo, fuerzas y orgullo por el camino.

Yo ya no quiero jugar más.


Esto es lo que me robó el silencio, rindiendome.

5 de agosto de 2011

No quiero mañanas con más soles de la cuenta.


Cansada de despertarme con tanta felicidad que empalaga. De ir buscándote hasta el fin del mundo. Cansada de no tener motivos para preocuparme por lo que digan, y tener respuestas para todo. Me cansé de dejarte callado y me aburrí de luchar por lo posible.

A partir de ahora besaré príncipes en vez de sapos. Prometeré imposibles y correré solo para cansarme.
Quiero descubrirte sin necesitarte, quiero seguir siendo la más rara del parque. Vivir del Carpe Diem y morir de aburrimiento, cuando tenga cosas que hacer y prefiera seguir durmiendo.
No voy a ser más tu juguete. No voy a dar todo por nada. No volveré a apostar. Y no volveré a pedirte que me mires a los ojos.

La vida es una cerda sucia que rompe promesas, que hace ilusiones y que te incita a sufrir. La vida es solo como cada uno de nosotros, sin darnos cuenta de que rompemos más que arreglar.


Esto es lo que me robó el silencio, despertando de la siesta.

1 de agosto de 2011

Hoy quisiera mirar las estrellas contigo.


Y preguntarte si te parece que he cambiado demasiado. Si sigo siendo la de siempre, o ya no me reconoces.

Quisiera volver a empezar. Sí, empezar de cero cada mañana al despertar, y que todo sea como cuando lo conseguí, como cuando conseguí empezar de cero y ver lo perfecto que es todo cuando aprendes de las experiencias. Pero siempre vuelve a pasar algo, algo que te hace sentir que nada puede ser perfecto. Una sensación estúpida, un recuerdo, una mirada, o una agradable sorpresa.

Hasta las cosas buenas se podría ahorrar la vida de vez en cuando.

Te acostumbras a vivir de un modo, y cuando por fín eres feliz asi, vuelven a darle la vuelta a todo, cambiandote el rumbo, borrandote todo el camino que tanto ha costado trazar.

Al menos ahora sé como volver a trazar ese camino, y lo volveré a hacer, un millón de veces más si hace falta.
Esta vez no van a desviarme los cambios.

Esto es lo que me robó el silencio, mientras pensaba en ti, en la azotea.