15 de septiembre de 2011

Si es demasiado difícil para ti, huye.


Nunca es tarde. Pero anoche volvió a haber luna llena.
Sé que tú no sabes qué decir, pero yo sí, y lo diré. Diré todo lo que debo y lo que no.
Que daría todo por tu corazón, por solo un latido más. Que acabaría tus frases cuando no supieras qué decir. Que me prometí no volver a sentir y rompí la promesa conmigo misma. Por eso ahora no creo en promesas, en los siempre o en los nunca.
Que he aprendido mucho en este tiempo, pero nadie me lo ha enseñado. Noches de soledad, durmiendo bajo las estrellas, botellas y más botellas, el alcohol en mis venas, estar sentada en el suelo de un baño vomitando con un cigarro aun sin consumir en la mano. El odio, la venganza, el miedo y la soledad más oscura. El pánico.
He luchado sin espada, sin armadura, sin tan solo un trozo de cartón para defenderme de los golpes, solo por una mirada. Solo por poder verla el resto de mi vida y, ¿Quién me iba a decir a mi, que acabarías sin dirigirme la palabra siquiera? Que leerás esto y no dirás nada, porque no tendrás nada que decir. Que te creí único. Pero solo lo creí, como siempre. Aqui nadie ha demostrado nada.
Desde que te conocí, quise aprender a no llorar, no por mi. Quise aprender a no llorar para enseñarte a hacerlo, quise aprender a sonreir, a luchar, a vivir, para enseñarte a todo ello, solo a ti.
Que tal vez al fin y al cabo solo sea egoismo, el pensar que si ahora te vas, me quedaré como estaba antes de conocerte, sin nada por lo que luchar, sin nada que esperar, sin nada que aprender. Pero es peor. Ahora tampoco quiero nada de eso.
Sí, he perdido las ganas de todo, de todo menos de ver tus ojos, aunque supongo que acabaré odiandolos, o al menos acabaré odiando esta obsesión por ellos.
Lo que te quería decir es que, todo lo que aprendí, fue por ti, y ahora todo se ha derrumbado. Que lo que quería de ti, era enseñarte cada cosa, era enseñarte el mundo que creé, porque sé que tú sí podías verlo, y no necesitaba que fuera otro. Lo que quería era hacerte feliz, y si estuve tanto tiempo a tu lado, sin querer ni recibir nada a cambio, creo que suena creible que te diga que no quería nada para mi, solo verte sonreir.
Y, ¿De verdad crees que lo que más me duele es no tenerte para mi? No, chico, no. Lo que más me duele es que ahora no me dejes tan siquiera sacarte una sonrisa. Ya que no quieres ni verme, ni hablar conmigo, ni mirarme... No sabes lo que duele eso. Pero solo queda asumirlo. Olvidar todo lo que me prometiste "No te voy a dejar sola nunca", "Estaré siempre contigo", "No voy a soltarte", Creo que no debiste haber dicho todo eso si no lo pensabas cumplir.
Aún así, que sepas que no te guardo rencor, porque aunque me lo quitaste luego, me diste demasiado, y eso te lo agradezco, agradezco los momentos mágicos que vivimos, esos que quisiste vivir junto a mi.
Solo me queda darte el adiós definitivo y desearte suerte. Ya no nos volveremos a ver.

Esto es lo que me robó el silencio, mientras tú no sabías qué decir.

11 de septiembre de 2011

Huir de lo que creamos.


Huir de lo más hermoso del mundo. De un pasado lleno de mi misma, de todo lo que creé, de esas ilusiones, de esos sueños, tirarlo todo a la basura, para huir lejos.
Ojalá fuera todo más fácil, ojalá fuera tan fácil como olvidar, como dejar de lado lo que me destroza, pero supongo que estoy demasiado destrozada como para reconstruirme.
Por eso hemos tenido que llegar a esto. ¿Que soy cobarde? Mucho, muchísimo, ¿Que no soy capaz de enfrentarme a mis problemas? Ni lo dudes. No soy capaz porque me he enfrentado tantas veces que nunca los dejé pasar, que se han quedado aquí como parte de mi misma y solo me queda huir, como una cobarde.
Solo queda no volver a mirarte a los ojos, para no perderme cada vez que lo hago. Solo me queda no volver a verle las caras a esos que rompieron la parte de mi que más me gustaba. No tener que contar a hipócritas el porqué soy como soy, el cómo he acabado siendo así. Alejarme.
Alejarme para no ser yo nunca más.
Para no hacerte daño, para no volver a soñar, para vivir como ellos, como si nunca hubieran tenido pasado, centrarme en el presente y dejar aquí esa pesada carga.
Para alejarme de lo que creamos...

Esto es lo que me robó el silencio, un triste domingo. Lo siento.

7 de septiembre de 2011

Cielo...


Sí, sabes? Sí.
Sé muy bien lo que sientes.
Hoy he comprendido tu amor, y te extraño.
Sé lo que es besar otros labios que no son los tuyos y, ¿Sabes? Sí he bebido.
Sé lo que es amar y aún más el no tenerte, el perderte entre los besos, de otras personas.
¿Sabes? vuelvo a perderme, siempre culpa del amor, siempre culpa del esperar que aparecieras al cruzar la esquina.
Bueno, puedes pensar que es culpa del alcohol, puedes pensar que mañana me arrepentiré, tal vez sí, de decirlo, pero eso no va a quitar que esté sintiendo esto.
Odio no poder evitar el escribirlo. El sentir celos de esa tia. Lo siento.
Odio tener que escribir esto, porque sé que te va a doler, pero de verdad que lo necesito.
De verdad que te necesito.
Odio darme cuenta de que... Es igual...

6 de septiembre de 2011

Aún así, esto es lo que nos ha quedado.




Bueno, deja que pase el tiempo, me dijo una parte de mi. Y es que sí, vuelvo a ser yo.

Supongo que habrá que volver de dejar a un lado todo lo que sentí un día, empezar desde cero, guardar en la caja de la experiencia todo lo que he aprendido y no hundirme. Lo último es lo más difícil.
Es fácil saber lo que hacer, lo difícil es tener el valor para hacerlo. Pero es lo que toca.
Me enamoré. Me volví a enamorar aún cuando no acabaron de cicatrizar ciertas heridas, aún cuando me prometí a mi misma no volver a hacerlo, por que sabía como iba a acabar. Una vez más acerté.
Pero si algo me han enseñado estos meses de masoquismo, arañando heridas sin cerrar y echando sal a las recién creadas, es que el dolor te acaba haciendo inmune.
Lloré despues de mucho tiempo, volví a sentir ese dolor, volví a sentirme vencida. Pero luego el mundo dejó de girar, todo se quedó quieto y me di cuenta de que lo mismo que me había destruido me había hecho ser quien era, ser fuerte, fría, pensar como pienso, y saber encajar los golpes de la mejor manera posible.
Es muy posible que mi confianza esté a -100, aun no la he puesto a prueba. O tal vez no ha aparecido nadie que me haya dado la oportunidad de ponerla a prueba. Es muy posible que no tenga en cuenta los sentimientos como antes, o que sea algo más egoista. Pero también sé que he aprendido suficiente como para no volver a fallar, no al menos sin saber que me llevaré, después, algo de aquel error. Y es que, no es malo cometer errores, siempre y cuando aprendamos algo de ellos.

Esto es lo que me robó el silencio, hoy. Sigamos caminando y siendo fuertes.

4 de septiembre de 2011

Que fácil.


Que fácil, que rapidez para echarlo todo abajo. Apenas cinco segundos para romper algo que he construido en meses.
Que rápido se han convertido los sueños en ilusiones estúpidas, que rápidamente he vuelto a sentirme la persona más inútil del mundo.
No sabía que esto fuera tan frágil, en serio. Que podía volver a llorar de esta manera, que podía sentir este dolor. No sabía que fuera a volver a sentir estas ganas de no volver a ver la luz del sol, solo porque tú no estás.
Buah, sí, he sido una imbécil.
Por imaginar cómo sería septiembre al volver a verte, por creer que esta tarde iba a volver a sentir tu corazón, como siempre que me abrazabas, que escribiríamos nuestra propia historia, con besos, promesas y sonrisas. Pf, sí, es una estupidez.
Que ilusa he sido.

Esto es lo que me robó el silencio, el último domingo de mi vida.

3 de septiembre de 2011

Dile a los sueños que vuelen.


Ya no los necesitamos aquí, ya sé que no existen, que la única realidad es esta.
Y, ¿Para qué mentirnos? Me he intentado engañar un millón de veces, diciendo que no me duele tanto, que he aguantado cosas peores, y, lo cierto es que es verdad, he aguantado cosas mucho peores, y por eso no entiendo que me duela tanto esta realidad.
Todo sería tan fácil como hasta ahora, como escucharte, sonreírte, alegrarme de que estés bien y volver a separarnos, conformarme con un abrazo de vez en cuando y con ver tus ojos todos los viernes.
Podría seguir asumiendo lo que soy, podría seguir ahí, luchando cada minuto, pero el alma se desgasta. Algo escuece dentro, tal vez el saber que es una lucha vana, que me estoy quedando con una millonésima parte de lo que podría tener de ti. De lo que necesito tener de ti.
Y me duele más que a ti decirte que no me creo nada, es cierto, y no necesito que lo creas, solo sé que me duele mil veces más que a ti. Porque sé lo que siento, y sé lo que quisiera decirte, que confío en ti, que lo estás haciendo bien, que nadie me ha tratado tan bien como tú, pero no es lo que de verdad siento, porque personas para las cuales es mucho más difícil demostrarme algo, lo están demostrando, y yo no puedo dar más que las gracias y decir siempre la misma frase que tantos odian "estoy enamorada de otra persona". Seguro que a muchos de los que lean este tablón les suena esa frase.
Y es que debo de ser imbécil. Ya no siento nada, ¿Sabes? Es decir, hace tiempo que no sé lo que son ciertos sentimientos, sí tengo cariño a algunas personas, las quiero, los aprecio, los desprecio, me gustan, me disgustan, pero hace mucho tiempo que nadie es capaz de hacerme llorar, me digan lo que me digan, nadie es capaz de hacerme sonreír sinceramente, hagan lo que hagan, nadie es capaz de hacer que el corazón me lata a mil por hora solo con rozarme, solo con mirarme, hace tiempo que no sé lo que es la felicidad, el odio, el amor, a menos que te vea aparecer, a menos que vea a la única persona de la que sé que te has enamorado, a menos que me mires a los ojos.
Pero algún día tenía que rendirme, porque duele demasiado, porque llevo luchando mucho tiempo por algo que no me pertenece, ni nunca lo hará.
Eres el único que ha conseguido que algo me duela de esta manera, pero, hey, también eres el único que ha conseguido hacerme la persona más feliz del mundo con un abrazo, con una mirada. Eres el que me ha enseñado a luchar por lo que quiero, aunque al final no consiga nada. Me siento orgullosa de haber luchado por ti, porque eres alguien que merece la pena. Pero no puedo hacer más si tú no sientes lo mismo...
Así que bueno, se acabó el luchar. Sí, me rindo como una cobarde.
Pero nunca te voy a dejar solo.
Te quiero. <3

Esto es lo que me robó el silencio, un sábado nublado.

1 de septiembre de 2011

¿Qué se siente cuando no se siente nada?


El vacío, los recuerdos, todo lo que aprendimos un día.
Mil sensaciones que no sabemos dónde encajar, al igual que los golpes, las sonrisas y los momentos de euforia.
¿Qué se siente cuando no se siente nada? Todo. Lo sentimos todo. El no sentir nada es simplemente un bloqueo, un bloqueo del alma, cerrar el corazón y negarnos a cualquier sentimiento que antes hubiera acabado en dolor, en cualquier tipo de dolor, acoger cualquier sentimiento que siempre nos impidió sentir ese dolor, aunque fuera evitándonos sentir otras cosas buenas.
No sentir nada es sentir demasiado. Tanto que todo lo que sentimos acaba haciéndose una bola en nuestro estómago y a revolverse hasta hacernos vomitar ansiedad e indecisión, miedo, pánico y cobardía.

Y desde que el tiempo se paró no supe ver las cosas como el resto. Como las veía siempre.
No sé si empecé a sentir demasiado o dejé de sentir todo. Sé que me cerré completamente a cualquier cosa que me recordase a mi pasado, tanto lo malo como lo bueno, evitándome así sentir más angustia y miedo.
No me importaba que todos me vieran como alguien a quien todo le causaba indiferencia, alguien a quien no le importaba nada. Seguía dando un paso atrás ante la mínima duda, ante la mínima señal de dolor que viera de lejos.
Y no me importaba como me viera el resto.

Esto es lo que me robó el silencio, charlando con la indiferencia.

Gracias por esas mentiras.


Ahora he aprendido a no creer en nada de lo que me digan, por mucha sinceridad que vea, porque te acabas olvidando de todo lo que me prometiste.
Te olvidas de que me hiciste creer en un "siempre" y son muchas veces ya, muchos momentos en los que me siento sola, mientras te tengo a mi lado, muchos momentos sintiendo frío, pensando que pronto volverás para animarme, porque eres el único capaz de hacerlo, que al menos te tengo a ti.
Y luego vuelves, sí, vuelves, días después, pidiéndome perdón, como si nada hubiera pasado, y yo sonrío y te digo que no te preocupes, que ya estoy bien. Sí, porque hablo contigo, porque vuelvo a mirarte, y vuelvo a enamorarme, justo en el preciso momento en el que estaba al borde, en el que estaba a punto de querer olvidarte, porque ya me habías demostrado suficiente. Y todo vuelve a repetirse, vuelvo a quererte como a nadie, vuelvo a confiar en tus palabras, vuelves a decir que siempre estarás conmigo, que confíe en ti, que no voy a estar sola nunca más.
Y te vas. Y vuelvo a esperarte días y días sin saber cuando volverás a aparecer, cuando volverás a hacer como si no hubiera pasado nada. Cuando volverás a acordarte de que estoy esperándote.
Ahora sé que todo era mentira, y ya no quiero esperar más, porque no sé cuando piensas volver a ver si sigo esperándote y a sentirte orgulloso de ello. No sé ni siquiera si volverás, o te has ido definitivamente.
Gracias por hacerme confiar, como nunca quise hacerlo, para esto.


~

Y entonces me levanté, despues de meses sentada en el mismo frío suelo, apoyada en el mismo muro, duro y resquebrajado. Y comencé a andar, sin mirar atrás, sin volver a ver aquello que había visto durante tantísimo tiempo. La esperanza, la ilusión, las fuerzas y los sueños. Comencé a andar, sin rumbo, pero sabiendo lo que dejaba atrás.
Y en aquel momento llegó él y no alcazó a ver más que un espacio vacío, y allí, a lo lejos, la figura de una chica caminando hacia el horizonte, una figura que le resultaba familiar, y que sabía que no volvería a ver jamás. Pues acababa de ser abandonado a su suerte.
Decidió esperar, a que mirara hacia atrás, tan solo un segundo, a que lo viera allí, en pie esperandola, buscandola, pidiendo perdón por la tardanza, pero definitivamente, había llegado demasiado tarde.


Esto es lo que me robó el silencio, durante días de soledad.