Decían que allí dentro todo era oscuro y daba tanto miedo, y dolía tanto... Decían que no se atrevían a entrar y por eso nunca fueron capaces más que de ver el gris de fuera, imaginar el negro de dentro e ignorar el brillo real.
Y entrando por primera vez, con el corazón a mil, con el alma a millones de latidos por minuto, con los sueños al máximo y las ganas temblando.
Y estando por primera vez encerrado voluntariamente. En la cárcel de tus costillas. Atrapado en la miel de tus sueños.
Y por primera vez, acariciando.
Sintiendo.
¿Dónde estaba el miedo? Preguntamos. Nos preguntamos.
Y sin mediar palabra, sin rodar miradas.
Entendimos lo poco que entendían esa magia. Entendimos lo poco que nos conocíamos y lo mucho que perdimos por culpa del miedo.
Entramos en tantos sitios oscuros que creímos que la luz no existía. Pero nos equivocamos.
¿Dónde estaba el miedo? Preguntamos. Nos preguntamos.