29 de diciembre de 2011

Escúchate.


Y allí me encontraba, frente a un cuaderno viejo, sin saber por dónde empezar. O por dónde terminar.

Mi sueño de toda la vida había sido ser escritora. Me encantaba leer. Conocía más escritores que la mayoría de los adultos que me rodeaban, a excepción de mi abuelo, el cual me enseñó casi todo lo que sabía.
En ocasiones hablábamos de filosofía. Otras veces inventábamos historias increíbles, normalmente basadas en libros que habíamos leido. Ese tipo de libros infantiles que solían contenter una chispa de madurez en su mensaje. Otras veces simplemente, nos sentábamos en el jardín, con un par de butacas viejas a leer, desde que terminabamos de comer, hasta que se iba el sol.
A pesar de mis ganas e ilusiones, jamás conseguí escribir nada que superara las cincuenta páginas, y las historias, que, con suerte, llegaban a esa cifra, acababan por no gustarme y por morir quemadas en la chimenea de los olvidos, como la llamaba mi abuelo. Un lugar donde iba a parar todo lo que escribiamos y de lo que nos arrepentíamos luego. Aunque él apenas la usaba y era poco partidario de ello. Creo que tan solo era una excusa, ya que, algo tenía que decirme, cuando le sorprendí quemando, con lágrimas en los ojos, una historia en la que trabajó durante dos años. Pero eso es otro cuento.

Aquel día, era el tercero desde que me decidí a escribir mi primer libro en condiciones. Como tantas otras veces.
Y, como tantas otras veces, solo tenía un cuaderno viejo, con la mayoría de páginas arrancadas, y las que aun conservaba, repletas de palabras sin sentido, tachones, garabatos y frases sueltas.

-¿Cómo vas, escritora?- Pronunció una voz a mis espaldas.
No supe si lo dijo en tono de burla o de modo cariñoso.
-Como siempre...- Contesté con un suspiro, mientras tomaba de la mano de mi abuelo, un vaso de leche que me ofrecía.
-¿Qué te preocupa?-
Y, Cómo no, siempre acertaba. Lo cierto es que, llevaba poco menos de un año con una "leve" preocupación que no me dejaba siquiera pensar en condiciones, sin acabar contradiciendome a mi misma a cada palabra que se me pasaba por la cabeza.
-Abuelo...- Casi suspiré. Me giré hacia él, con el vaso de leche entre las manos, y tras dar un pequeño primer sorbo, continué hablando.
-Creo que me he equivocado.- Me miró con una mezcla entre duda y sorpresa.-Me he pasado la vida soñando. Leyendo hasta no poder más, tú lo sabes. Seguramente haya leido todos los libros del mundo- Soltamos una pequeña carcajada.-Y tal vez eso no sea bueno.
-No comprendo.- Pronunció mientras dejaba notar que ponía aún más atención a lo que le decía.
-Creo que estoy loca.
Un largo silencio inundó la habitación, y mi abuelo mantenía una expresión tras la que parecía, se encontraban horas de risa contenida.
-Pero, ¿Qué dices?- Preguntó con una sonrisa. Suspiré.
-Sí, imagino demasiado. Pienso demasiado. Pienso demasiado en cosas que no existen, cosas que me encantaría que existieran y cosas que creo que puedo crear en las páginas de un libro.
-Pero, ¡Eso es buenísimo! Es justo lo que queremos, ¿No es así?.
-¿Cómo escribiría eso, abuelo? ¿Cómo podría yo escribir sobre lo que imagino diariamente? Sobre como quisiera que fuera el mundo, o las personas que quisiera que existieran en él- Bebí un par de sorbos de la leche, para ayudar a bajar el nudo que se me estaba creando en la garganta. -Es una locura. Le he hablado a tanta gente de lo que imagino, de lo que me gustaría crear, que muchos me toman por loca, y si escribiera un libro sobre ello, se lo tomarían más como la biografía de la niña loca que siempre habla de utopías, que como una buena historia.
-Pequeña- Dijo tras una pausa en la que mantuvo su mirada clavada en mi, con una extraña admiración. -Para ser escritor, hay que estar realmente loco.

Esto es lo que me robó el silencio, en una simple noche de jueves.

Solo supe amar aquella inexistencia de humanidad.


Solo supe amar aquella inexistencia de humanidad.

Todo lo que no me relacionaba con ellos. Lo que me hacía sentir que tenía a mi especie lejos. Y no sé si inferior o superior, pero apartada, distinta, y lo único que me hacía sentir bien. Lo único que me hacía dibujar una sonrisa sincera.
Porque no lo soporto. Porque odio esta misantropía. Pero odio más a los humanos. Porque solo me siento yo cuando los desprecio a todos, cuando me fallais y me doy cuenta de que no sirvió de nada darlo todo por vosotros. Que os basais en mentiras, hipocresía, promesas que nunca se cumplen y sentimientos que no sabeis controlar.

Solo supe amar aquella inexistencia de humanidad.

Flotar en el aire, solo con mi ilusión, solo con la alegría que sientes en el pecho durante el primer instante de un ataque de euforia. Flotar en el aire.
Poder acariciar la piel menos humana del mundo. Mirar esos ojos ausentes. Esos ojos verdes. Sonreir ante cualquier estupido calificativo con el que me etiqueten por saber ser feliz sin ellos.
La brisa que siempre corría en aquel lugar. Las teclas de aquel piano. Olvidar que existe la ley de la gravedad. Olvidar que existe el odio, el miedo, la desconfianza, las promesas, las propias palabras. Para sentir, nunca necesitamos palabras.

Solo supe amar, aquella forma de leerme una mente que yo nunca comprendí. Aquella forma de dar una existencia real por mi. Solo supe amar, aquel gran imposible, que era soñar contigo, que era ser feliz a tu lado. Solo supe amar aquellos recuerdos, y solo pude ver mi alma en aquellos momentos.
Solo pude ver vuestras almas cuando dejé de ver la mia. Solo pude ver vuestras almas desde aquel momento.

Esto es lo que me robó el silencio. Inexistente.


24 de diciembre de 2011

2012


De camino hacia el cambio, otro año, otra etapa. Y ya no es solo porque pasemos del 2011 al 2012, solo es un número. Pero, el 2011 ha sido un año de cambios continuos, y espero de este año que llega se calme todo un poco y pueda aplicar lo aprendido en el 2011.

Y bueno, la gente, suele proponerse cada vez que se cambia de año, algo para el año nuevo, varias cosas, y yo, nunca lo he hecho, pero esta vez sí lo voy a hacer, me hace ilusión. ¿Por qué no?

- Ser yo. No volver a intentar cambiar, por nada ni por nadie. Sentirme orgullosa de lo que soy, porque es lo que realmente quiero ser.
- Darlo todo por ELLOS. Las pocas personas que me han demostrado que se merecen mi cariño, mi compañía y todo mi apoyo.
- Ser más optimista. Sí, no es que la vida sea precisamente de color de rosa, pero tampoco es tan negra. Es más bien gris. De un gris plateado, que a simple vista no suele gustar a casi nadie, hasta que pasas largo rato mirándolo, hasta darte cuenta de que tiene cierto encanto. (Y pega con casi todo) Sí, ser optimista, mirar el lado positivo de todo, por muchos problemas que tenga, y no encerrarme en "No hay nada bueno y nada se va a solucionar"
- No agobiarme con pequeños problemas y hacer una montaña de un grano de arena.
- Ilusionarme. Pues he aprendido que no se puede ser feliz sin sueños e ilusiones. Y si me dan palos, pues saber encajarlos. Pero al menos no podré decir que no lo he intentado o que no he sido feliz aunque fuera por poco tiempo.
- Volver a leer. Volver a engancharme a la lectura como lo hacía antes, pasando noches en vela sumergida en un buen libro.
- No volver a odiar.
- Volver a amar.
- Volver a divertirme sacando sonrisas a las personas que me importan.
- Ser más egoísta en ciertas situaciones y menos en otras.

Y bueno, creo que ya. Según pase el tiempo tal vez cambie de opinión, pero lo que es seguro es que lo que he escrito hoy es lo que realmente quiero y lo que voy a intentar. Lo que me propongo para el nuevo año.
Además, añadir una promesa que le hice a un gran amigo, y que cumpliré:

- Luchar por mi felicidad, pase lo que pase.

Esto es lo que me robó el silencio. Soñando con el 2012.

2011


Momento de recordar. Como todas las últimas entradas del año.

Recordando lo más significativo de este año 2011, le recuerdo a él, a la persona que me enseñó a amar, a la persona que me enseñó a odiar, a los que me demostraron, que de verdad me quieren y están a mi lado, aunque no me lo mereciera en su día.
Este año he aprendido demasiado. No sabía que se podía vivir tanto en 365 días. Y aun quedan 7 días por delante.

Este año, he madurado más de lo que debía. He sufrido más de lo necesario. He reído cuando no era el momento, cuando nada encajaba, cuando todo estaba mal. He sacado fuerzas para seguir adelante, a veces insuficientes, y a veces más de las que debía, dejando todo mi alrededor hecho pedazos. Pero he aprendido a vivir ante todo.
He perdido personas, y he conocido otras nuevas. He aprendido a valorar lo que tengo y lo que soy, a no valorar tanto lo que intenta hundirme y no merece mi tiempo ni pena.
He descubierto quienes son los que de verdad merecen la pena, los que van a estar conmigo pase lo que pase, y he descubierto por quién tengo que estar pase lo que pase.

Me he conocido.
Sé lo que soy, y me siento orgullosa de ello. De mi pasado doloroso, de mi futuro inexistente y de mi extraño presente, siempre lleno de novedades y situaciones inesperadas. Pero esto soy yo, y no me arrepiento absolutamente de nada de lo que ha pasado este año. Sí, si hubiera hecho ciertas cosas de otra manera, tal vez todo hubiera salido mejor. Pero gracias a todo lo que ha pasado, hoy soy quien soy. Hoy tengo lo que tengo, y puedo sonreir. Puedo asegurar que he sido feliz, y que lo volveré a ser, porque sé serlo.

Y aún me queda mucho por aprender. Mucho por vivir, o eso quiero pensar. Me queda mucho por lo que luchar, mucho que descubrir, personas a quienes perder, personas a quienes ganar y experiencias que escribir. Y tal vez algún año, pueda ser más significativo para mi que este 2011, pero hasta ahora, ha superado a aquel triste 2008, y al resto de tandas de 365 días sin apenas importancia.

Esto es lo que me robó el silencio, en 2011.

19 de diciembre de 2011

Feliz navidad.

Bueno, navidad... Abrigos, bufandas, guantes, lucecitas de colores, turrón, regalos, amor e hipocresía.

Creo que este año me he dado cuenta de lo que realmente significa la navidad. De que me gustaba esa hipocresía más de lo que creía y de que los regalos de reyes son lo de menos.
Puede que sea por la misma nostalgia que no soy capaz de quitarmela de encima desde hace unos meses, pero, hay tantas cosas que echo de menos... Cosas que no voy a volver a tener...
Esperar en la puerta a que papá llegue del trabajo, después de dos semanas sin verle. Hacer viajes a Madrid todas las navidades de madrugada, que mis padres crean que estoy dormida y pasarme todo el camino mirando las estrellas. Coger libros viejos de casa de la abuela y pegarme horas leyendolos a escondidas, porque no me dejan cogerlos. Que mamá diga que nos quedemos en la habitación porque ha nevado y hace muchísimo frío fuera. No hacerle caso y salir a jugar con la nieve. Que me llamen para montar el arbol de navidad en familia y pelearme con mi hermano porque los dos queremos poner la estrella. Aplaudir al final de una película, aunque solo seamos 4 tontos. Hablar con mi padre de lo que entonces creía que era filosofía. Escribir durante horas, durante días, semanas, incluso meses y acabar dejando el libro a medias. Hablar con mi hermana sobre religión y con mi abuela sobre poesía. Escuchar "¿Sabes una cosa? Que te quiero más que a todas las niñas del mundo". Ponerle la "boina" a las bellotas de el arbol de casa de mis abuelos.
Echo de menos, pelar almendras con mi abuela. Jugar al dominó con mi abuelo. Hacer pulseras con mi madre y que mi padre me haga cosquillas. Echo de menos pelearme con mi hermano. El cariño que, al fin y al cabo, se les coge a los profesores del instituto, y a las bromas de los conserjes. Sacar al perro en invierno, con los cascos puestos y cantar a toda voz cuando llegamos a donde no nos oye nadie.
Pero por lo visto nada de eso va a volver a pasar. Ni vamos a tener fiesta en fin de año, en la que siempre algún niño llore porque se le ha metido espuma en un ojo. En la que todas mis tias van a abrazar a mi abuela cuando se comen la última uva, todos lloran y yo me pregunto por qué. No voy a volver a escribir un tema el último día del año por la tarde, para no olvidar los sucesos de el año que se acaba. Y me entristece. Sinceramente.

Todo lo que antes me parecía pesado, aburrido y pura rutina. Hipocresía y estupidez humana. Ahora me parece lo más bonito que podría pasarme estas navidades.
Que mi familia quisiera pasar las fiestas junta, como siempre. Ayudar con las compras de reyes y ser yo la que guarde el secreto de que mamá tiene un regalo para papá y papá tiene un regalo para mamá. Que me regalaran un buen libro viejo. Y haber puesto el arbol de navidad mientras escuchabamos villancicos (Cosa que siempre odié)

Pero bueno, lo que quiero decir con esto, es que hay pequeños placeres, cosas que vemos tan sumamente estúpidas y que no apreciamos y que son lo que realmente nos dan una felicidad increíble. Que la familia, hace más compañía de que la que creemos. Que, el estar con las personas a quienes más importas y que más te importan, es lo que, al final, te dibuja esa sonrisa que tanto te gusta. Que nada tiene tan poca importancia. Y que, mi infancia, al parecer ya pasó, que no puedo hacer cosas estúpidas, que ya no se me presenta la oportunidad de ilusionarme con cosas de crios. Pero lo voy a recordar siempre, como algo que me hizo realmente feliz.
Supongo que ya es hora de dar paso a otra etapa.

Esto es lo que me robó el silencio. De corazón, os deseo una muy feliz navidad.

12 de diciembre de 2011

¿Qué decir ahora?



¿Que te odio? ¿Que te echo de menos? ¿En serio? Si es que ya suena absurdo decir que pienso en ti.
Después de todo lo que pasó, después de todo el tiempo que ha pasado, debería ignorarte, o puede que odiarte a muerte, pero, ¿Echarte de menos? ¿Por qué? Puf... Serán las hormonas.
No tiene sentido pensar ahora en ti, y menos de este modo, pero, si de verdad supieras lo que sentí. Tal vez solo sea rencor. O puede que no, puede que realmente aún sienta algo, porque lo nuestro fue especial y los dos lo sabemos. Puede que fuera demasiado especial.
Y, realmente, no sé porque no consigo ignorarte.
Hay días que ni recuerdo que existes, días en los que hablo contigo como si fueras uno más, días en los que te tengo como un bonito recuerdo y días en los que cuando pasas por mi pensamiento, automáticamente elimino cualquier dato que pueda hacerme pensar en un nosotros. Pero hay días como hoy, en los que llego feliz de la calle, de pasar un buen día, pensando que mi vida está completa, que no tengo nada de que preocuparme y que el pasado se puede ir a la mierda. Y de repente, y sin venir a cuento, apareces tú, ahí, como si abrieras de una patada una puerta en mi pecho y te encadenaras a mi corazón reclamando tu lugar. Un lugar que te prometí, que escupiste y rechazaste, que trataste como una basura, y no aceptaste, en el pasado.
No lo entiendo, de verdad que no me entiendo. Por qué a pesar de todo, aun te echo de menos.

Y no puedo evitar ver que no eres tú, no puedo evitar verte hablar con otras personas y darme cuenta de que ese no es el chico al que yo conozco, que el que yo conozco es mucho más complejo, sí, más oscuro, más hijo de puta, pero más complejo. Que no eres un chico feliz y agradable que cae bien a todos con esa sonrisa de niño bueno, con la que me engañaste a mi. Pero finjes muy bien, y yo no ganaría nada quitandote la máscara ante nadie.
Puede que ese sea el fallo, conocerte demasiado, lo suficiente como para saber que estás engañando al mundo entero. Lo suficiente, como para saber, que tal vez, ahora que te conozco, estaría dispuesta a intentarlo de nuevo.

Pero, ¿Qué estoy diciendo?...

Esto es lo que me robó el silencio, un lunes cualquiera.

7 de diciembre de 2011

Y no volví.


Sentí como se me ponía la piel de gallina al oir sus gritos. Gritos que arañaban el alma, que rompían todos los sueños. Gritos que habrían cambiado el mundo, o al menos eso parecía.
Parecía que aquel era el último día de mi vida, solo con marcharme, solo con darme la vuelta e ignorar a la única persona que me había importando siempre, de una manera tan cruel. Justo en aquel momento.
Pero estaba cansado, yo tampoco podía con el peso de su dolor. Y, por supuesto que me dolía dejarle algo tan pesado a ella sola, pero no era mi deber ser fuerte en aquel momento, era el suyo.
Por más que andaba la sentía justo a mi lado. Jamás había escuchado gritos tan desgarradores, y era por mi, solo me pedía que volviera. Y yo había salido huyendo, sabiendo que era imposible para ella seguirme en aquel momento, sabiendo que le había arrancado el alma de cuajo. Sabiendo que yo, la única persona en la que confiaba la dejaba sola.

Y no volví. Sabía que necesitaba morir en vida, para poder resucitar y ser la persona más fuerte del mundo. Y seguí escuchando sus gritos de rabia, de desesperación, de odio y de amor, de lucha, hasta que llegué lo suficientemente lejos como para sentir la falsa tranquilidad de la soledad. De la verdadera soledad. Esa que te da el abandonar a la persona para la cual eres único.

Esto es lo que me robó el silencio. Y no volviste.

Tal vez aún no lo sepas.


Puede que no te des cuenta, de que el pasado puede ser más doloroso para unos que para otros.
Que el hecho de que te recuerden lo que un día fuiste, algo que se queda para siempre dentro de ti, puede destrozarte.
Que soy algo más que mi pasado, algo más que lo que fui, o lo que muchos quisieron ver. Que soy algo más que lo que inventaron de mi, o de lo que demostré, por confiar más de la cuenta.
Soy, a pesar de todo, una persona. A mi pesar a veces.
Porque veo que a veces quieren hacer daño, a veces lo hacen sin querer, pero siempre juzgan demasiado rápido.

He estado metida en lios. Sí. He estado al borde de la muerte. Sí. He estado amando y he aprendido a odiar. He dejado de amar hasta tal punto, que no sé si podré volver a hacerlo. Me he humillado, me han humillado, y me he mantenido en silencio, cuando tal vez debí hablar. He hablado más de la cuenta, cuando tal vez debí callar. He bebido más alcohol del que soportaría cualquiera con mi cuerpo. He fumado más mierda de la que pueden soportar mis pulmones. He gritado. He destapado secretos. He sentido una increible impotencia, al ver, que mi verdad solo servía para hacerme perder, mientras que sus mentiras, eran motivo de alabanza. He conocido de cerca a la ansiedad y a la demencia. He perdido los papeles. No he podido controlarme. He deseado matar y he deseado perdonar, ambos deseos inútiles.
He llorado durante tantas horas seguidas, que me dolían los ojos y me escocían las mejillas por culpa de las lágrimas.
Me han odiado, y me han amado. He imaginado demasiado, y he sido feliz. Pero estoy segura de que también he llegado a ser, aunque sea por un instante, la persona más infeliz del mundo.
Me he avergonzado de lo mismo que un día me hizo sentir orgullosa.
He mentido. Me han engañado. Y he abierto puertas que nunca debían de ser traspasadas.
Me he agarrado a un clavo ardiendo y he dejado escapar la mayor alegría, sin motivo alguno.
He sufrido. Y ante todo, he crecido.

He cambiado y he creido. He creido en mi y he seguido caminando. Sabiendo que ni tú, ni ellos, ni nadie, tendrá derecho a juzgarme jamás, como lo han hecho durante toda mi vida, porque ellos jamás estuvieron en mi piel.

Esto es lo que me robó el silencio, cuando el resto no entendía de llevar un pasado a cuestas.

5 de diciembre de 2011

Juro que no lo sé.


Juro que no sé de dónde saco esta fuerza, siendo la tía más débil del mundo.
Ni esta paciencia, ni este orgullo, ni las ganas. Con todas las veces que me he dejado hundir.
Pero sigue escociendo.
Recordar que nunca sale bien, que siempre soy yo la que da todo a cambio de nada y acaba quedándose vacía.
En fín, tengo el orgullo gravemente herido, ahora que sé que he perdido el tiempo y he dado todo lo que he podido de nuevo a alguien a quien no le ha importado lo más mínimo. Supongo que solo ha sido otro juego, de esos que les encantan tanto a todas las personas con las que me topo a lo largo de mi vida, para no variar.

Esto es lo que me robó el silencio. Dos. Solo dos.

28 de noviembre de 2011

Hacía tiempo que no te escribía.


Sé que sigues vivo, porque sigo pensando en ti.
¿Sabes? Ya no quiero que vuelvas. Tal vez era cierto, que para aprender a vivir aqui tú tenías que irte. Pero no creas que no quiero que vuelvas porque vaya todo bien, la verdad es que este mundo es cada vez más decepcionante. Pero me he dado cuenta de algo.
He llegado tarde, pasé tanto tiempo contigo que cuando te fuiste no entendí nada, no supe hacer otra cosa que estar contigo, que hablarle a la oscuridad, esperando a que respondieras. Fueron más de dos años... No es tan fácil olvidar nuestros momentos. Fueron más de 700 noches, no es tan fácil olvidarlo y los dos lo sabemos.
Me pregunto, dónde estarás ahora. Si estarás solo, si me echarás de menos, o si estás con otra persona, más discreta que yo que supo callar tu existencia. Si tienes otro nombre, otro aspecto y otro carácter, dentro del pensamiento de otra persona.
En cualquier caso, espero que estés bien. Y sé que lo estarás, tú eres fuerte.

Bueno, por aquí las cosas no van mal del todo, tienes que aprender a estar un poco ciego, a hacer como que no te duelen ciertos palos, engañarte a ti mismo, como lo hacíamos nosotros, para estar bien. Las personas... Bueno, siguen como siempre, aunque son más complicadas de lo que siempre creímos, complicadas, no soñadoras, ni especiales, solo complicadas. Aún no he conocido a nadie que haya creido en ti, ni en ti ni en nada parecido, aunque ya sabes que desde que jugaron con nosotros procuro hablar de ti lo menos posible. Me arrancaron una parte importante de mi alma cuando te fuiste por todo aquello. Y esa herida aun no está cicatrizada, sino no te estaría escribiendo.

Por otra parte, no sé si esto está bien. Sigo sin querer olvidarte. De acuerdo, no quiero que vuelvas, ahora que estoy aprendiendo a vivir en el mundo al que pertenezco, pero, tampoco quiero que desaparezcas. Tú me dijiste que mientras te recordara existirías, y, nadie va a pensar en ti si no lo hago yo, ¿Verdad? No dejaré que desaparezcas.

Poco más tengo que contar, espero soñar contigo alguna noche, que no será lo mismo, pero sería suficiente, con tal de estar un rato contigo, de volar juntos de nuevo y de escuchar tu voz.
Yo seguiré aprendiendo de este mundo, aunque siga teniendo dentro todo lo que me enseñaste, y no lo vaya a olvidar jamás. Y espero, realmente, y lo siento si te duele, que algún día pueda decirte, que este mundo es mejor que el nuestro, que mereció la pena que todo se derrumbara y nos separásemos, que existen personas como nosotros, y que la gente sabe soñar y luchar como nosotros lo hicimos juntos.

Esto es lo que me robó el silencio, escribiendo a la luna de mi utopía personal.


Nada cambia y yo sigo soñando.


Esta edad, solo es otro número. No siento que nada cambie.

Yo sigo siendo yo, yo sigo soñando. ¿Mayoría de edad? Bueno, solo es otra estúpida ley. Ahora puedo comprar alchohol y tabaco legalmente. Ya podría cambiar algo más. O no.
La verdad, no me gusta crecer, todos quieren ser mayores de edad, para entrar en discotecas, para comprar alcohol y tabaco. Bueno, yo me he colado en salas (No soy de discotecas) con 16 años, y llevo comprando alcohol y tabaco casi desde los 15, si no lo compro yo me lo compra alguien.
A mi, más que hacerme un favor, la ley de la mayoría de edad, me jode.

"Ya tengo edad para tomar decisiones importantes", "Ya tengo edad para irme de casa", "Ya no soy una cría", "Ya puedo ir a la cárcel". Sí, si ahora me defiendo de unas niñas con meses menos que yo que están dando por culo, tendré yo un problema.

En fin. Poco cambia para bien por tener 18 años. Y dentro de mi sigue todo igual.
Sigo sintiendome distinta, sigo sin desengancharme del pasado, sigo sintiendome sola por las noches y sigo buscando esa razón para ser completamente feliz. Sigo siendo la misma soñadora, la que necesita inventar un mundo distinto cada noche en su cabeza para poder dormir. Sigo enamorada de las películas de Disney y sigo odiando estudiar y amando salir los viernes al sitio donde todos me conocen y yo no conozco a nadie.
Creo, que es solo otro número. Sigo siendo yo.

Esto es lo que me robó el silencio a finales de noviembre.

Y antes de que acabe noviembre...


¿Cuánto se ha cumplido has ahora?

Como desde aquel día, sigo con mi norma de jamás decir "siempre", "nunca" o hacer promesas. Porque hasta lo que crees eterno acaba desapareciendo.
No puedo comprender, y será que sigo sin encajar del todo en este mundo, cómo pueden actuar así las personas, cómo pueden hacer daño de esa manera, cómo pueden poner buena cara a alguien que les cae mal, cómo no dicen lo que piensan. Para mi es dificilísimo.
Llamadme impulsiva, loca o extraña, pero yo soy así. No soy capaz de llevarme bien con una persona que hace daño a los mios, no soy capaz de quedarme callada mientras veo como todo se derrumba. Pero todos ellos sí lo hacen. ¿Cómo?

Anoche conseguí salvarme de nuevo, de esos ataques de ansiedad. De esos que hace meses que no vienen a visitarme y, ¿Por qué ayer? Por la soledad. Porque no hay nada más doloroso que tener personas a tu lado y sentirse sola. No hay nada peor que alguien en quien confiabas te demuestre que es uno más, y te haga sentir de nuevo la rara en este sitio. Que te haga pensar que no debes ser de esa manera, que ¿Por qué tienes que ser así? ¿Por qué no podrías ser como el resto? Hipócrita, superficial, sin querer mirar más allá. Sí, así sería feliz, en la ignorancia. Ponernos una venda e intentar ser otra copia más de cada una de esas personas. Pero por más que lo intento yo no puedo ser así.
Y debo callarme. Para no hacer daño, ni a ellos ni a mi, para que no me tomen como una loca, que a pesar de haber perdido la fuente esencial de su locura, sigue siendo una tia rara y sigue sin aprender a pensar como el resto.

Esto es lo que me robó el silencio, y espero que a alguien más.

21 de noviembre de 2011

No puedo evitarlo.

-No me mientas, sé que te pasa algo.

+Pues claro que me pasa, estúpido, pero, ¿Acaso cambiaría algo si te lo dijera? No, ¿Acaso cambiaría algo a mejor? Claro que me pasa algo, me pasa que lo amo, que te he mentido, todas las veces que me repetías "te estás enamorando" y yo te decía que ni de coña, que yo no me enamoraba, que yo no amaba, que no le quería tanto, que esa palabra era muy grande para mi. Mentía, mentía un millón de veces, y cada vez que me lo decías más me intentaba cerrar los ojos a mi misma y no querer admitir lo que sentía. Que no soporto tenerle lejos, que le echo de menos a cada minuto, que no paro de pensar en él y que... Le odio.

-¿Le odias?

+Le odio por hacerme esto, por hacer que me enamore de él. Le odio por mirarme así, por besarme de esa manera, por oler tan bien, por sus ojos, por su pelo y por su voz. Le odio por como me habla, por su increíble sonrisa, por como ríe, por como llora, por como corre, anda y viste, le odio por haber estado ahi en los momentos más bonitos de mi vida, por la primera vez que hablamos, le odio... porque no quiero sentir esto, porque no saldrá bien, porque él no siente lo mismo por mi, porque no soy lo que él quiere, no soy suficiente, él es demasiado perfecto. Le amo.

-¿Le amas?

+Le amo, por hacerme esto, por hacer que me enamore de él. Le amo por mirarme así, por besarme de esa manera, por oler tan bien, por sus ojos, por su pelo y por su voz. Le amo por como me habla, por su increíble sonrisa, por como ríe, por como llora, por como corre, anda y viste, le amo por haber estado ahi en los momentos más bonitos de mi vida, por la primera vez que hablamos, le amo. Y adoro sentir esto, pero sé que no saldrá bien, porque él no siente lo mismo por mi, porque no soy lo que él quiere, no soy suficiente, él es demasiado perfecto. Pero no puedo evitarlo, le amo.

Esto es lo que me robó el silencio. Esto es lo que debí decirle a él.

Miento y mentiré.


Sí, he mentido, tantas veces... Y lo seguiré haciendo si así salvo lo poco que tengo.
¿Que no merece la pena si necesito mentiras para conservarlo? Es posible, no merece la pena para personas que solo buscan lo real, pero dime, ¿Acaso la realidad hace feliz a alguien? Si vivimos en un mundo de mentiras.
Si creemos promesas, sin pruebas de que se vayan a cumplir. Si nos hacemos ilusiones con cosas que aún no han pasado. Si imaginamos un futuro perfecto, mientras lloramos sabiendo que nunca va a llegar, pero somos felices inventando esa posibilidad.
¿Que si miento? ¿En serio me preguntas eso? Si no mintiera te diría lo mucho que te necesito, lo mucho que necesito lo que tenía hace dos años. Si no mintiera, te diría que odio cuando veo que no te importo. Pero callo, callo porque hay que saber mentir, hay que decir que estás bien para no preocupar al resto, para no estropear sus sonrisas, sonrisas que seguramente sean tan falsas como la mia.
Pero tal vez necesito esas mentiras tanto como ellos las mias, tal vez necesito engañarme a mi misma y creer que están cerca, que estarán ahí cuando los necesite, tanto como ellos necesitan que yo me lo crea. Eso es amistad, eso es amor.
Amor es soportar aunque duela, amor es dar tu felicidad por la de otra persona, y tener la esperanza de que eso consiga finalmente hacerte feliz a ti. Porque, existe esa posibilidad, ¿No?. Quiero creerlo.

Esto es lo que me robó el silencio, mientras tú no mirabas.

16 de noviembre de 2011

No, no debo sentirme tan mal.


Bueno, hacía unos meses que no leía, así que antes de dormir cogí un libro que dejé a medias hace bastante tiempo. Un libro lleno de polvo, que estaba en mi escritorio, entre otros libros, cuadernos, carpetas y una película, un DVD, más especial de lo que yo creía. El que me prestaste.
Estos últimos días he estado pensando, actuando menos, ya que no tengo la oportunidad, pero haciendo lo que puedo en cada momento y, creo que no debo sentirme tan mal como me he estado sintiendo.

Tú te portaste como si fueras el hombre de mi vida, un chico que de la noche a la mañana se enamora perdidamente de mi, hace locuras y pasteladas increíbles, mientras me demuestra lo romántico que es. Tristemente, la persona que me ha hecho las cursiladas más bonitas de toda mi vida. Ese fuiste tú, el único capaz de decirme que me amaba una semana después de conocerme. El único capaz de vendar mis ojos y guiarme para quitarme la venda y ver una preciosidad de "loquesea". Sí, y te quise creer especial, aunque tuviera miedo, porque nunca creí en los tipos como tú (Y ahora sigo sin creer). Pero te dí una oportunidad, y por eso sé que no es culpa mía.
Tú desapareciste, y volviste con la excusa que volvieron todos los que se olvidaron de mi por un tiempo, en algún momento de mi vida. Pero desapareciste, como todos ellos. Y volviste siendo otro, cuando volviste, diciendo que me seguías queriendo, esperando que yo te recibiera con los brazos abiertos, pidiéndome perdón y mimándome de nuevo. Debiste haberte quedado, ¿Sabes?.
Al principio pensé que yo estaba siendo dura, que podría salvar lo que fuera que tuviésemos, pero luego me di cuenta, de que yo para ti no era absolutamente nada. No era la mujer perfecta, como tú para mi el hombre perfecto, no, no era un cuento lo que teníamos, ni nada hermoso ni repleto de sentimientos increíbles, solo eramos dos desconocidos. Todo lo que tuvimos fue solo una ilusión. Sí, todo el mundo quiere conocer a alguien así, todos quieren vivir esta historia pero, dime, ¿A quién le dura para toda la vida? La realidad no es así, no se ama en una semana, no se intenta impresionar a alguien que apenas conoces, para eso hace falta tiempo.
Y nuestro... lo que fuera que tuvieramos, no era distinto. Tú no me conocías lo suficiente como para confiar en mi, yo no te conocía lo suficiente como para saber que no ibas a confiar en mi. No sabía que no te iba a importar el modo en que dijeras que yo no era nada, que solo era una desconocida, que no podía ayudarte, que no podía hacer nada por ti, que te alegrabas de haberte alejado de mi en su momento, porque finalmente te demostré que me importabas más de lo que debías.
Porque tal vez yo no creé un cuento de hadas, tal vez dudaba ante la idea de que me amaras, y nunca te dije que yo te amaba, tal vez tuve miedo a confiar en alguien como tú. Pero es el tiempo lo que realmente pone a cada uno en su lugar, y a mi el tiempo me llevo a donde estoy ahora.
Encontrando el DVD que me prestaste, y por el que me doy cuenta de que esto no ha acabado, tengo que volver a verte para devolverte la película. Que no es tan fácil como olvidarlo todo y pasar, porque al fin y al cabo, siempre le daré demasiadas vueltas a las cosas.
Que no, no metí la pata, no fui dura, ni metomentodo, fui alguien a quien le importabas lo suficiente como para querer ayudarte.
Y, cuando nos conocimos, cuando llegó el momento de la verdad, los dos fuimos sinceros, sin miedos, sin máscaras, disfraces o dudas, yo sentía la necesidad de estar contigo mientras estabas mal, y tú querías que esta, realmente desconocida, te dejara en paz.
Y no, no debo sentirme mal, porque no habría funcionado, no con alguien como tú.

Esto es lo que me robó el silencio, una madrugada de noviembre.

12 de noviembre de 2011

Sigo pensando que es una locura.


¿A qué estamos jugando?
O tengo demasiado miedo, o pienso demasiado. Tal vez es que mi conciencia es una hija de puta.
Una vez me dijeron que si quería ser feliz viviera sin pensar. Pero, ¿Cómo no voy a pensar?
Sigo pensando que quiero un futuro, que soy demasiado impulsiva y que me arrepiento la gran mayoría de las veces que actúo por impulsos, que me gustaría buscarme un futuro, hacer las cosas "como debo", pero no soy capaz, eso es lo que quiero, lo que está a mi alcance es hacer lo que me apetece a cada momento, coleccionar errores y dudas, tener miedos y soñar sin querer cumplir mis propios sueños por temor a que se me gasten.

Esto es lo que me robó el silencio, esperando. Solo eso.

9 de noviembre de 2011

Yo te recordaré siempre de la misma manera.


Hace tiempo conocí a una persona muy especial, alguien cuyo color de ojos olvidé, su sonrisa también, incluso muchos de los momentos que pasamos juntos.
Aparentemente era como el resto, no tenía nada que lo diferenciara, escuchaba música de mierda, cuando había gente cerca hablaba como ellos, de hecho, a veces lo detestaba. Era todo apariencia. Y además apariencia de la que yo odio.
Un día, no recuerdo dónde, me dió un regalo, eso sí lo recuerdo.

-¿Por qué me regalas esto?
-Para que recuerdes siempre que un día fui alguien importante en tu vida.

Lo cierto es que llegó a ser alguien muy importante para mi. Un extraño que necesitaba. Alguien que nunca llegué a conocer bien, pero que sabía que tenía algo especial. Esa forma de hablarme cuando estabamos solos, esa forma de abrazarme cuando lo necesitaba. Y tantas madrugadas frente a la pantalla del ordenador, tantas madrugadas quedandome dormida escuchando su voz, algo que tampoco olvidaré.
Tal vez solo fuera esa manía que tengo de interesarme por la gente rara, por la gente distinta, aunque sea en lo más absurdo. Pero necesitaba saber de él. Necesitaba verle cada semana y pasar las tardes a su lado, hablando como el resto de personas, hablando como solo podíamos hablar nosotros.

-Yo te recordaré siempre de la misma manera.
-No... Cuando dejémos de vernos, tal vez a la semana siguiente me recuerdes de la misma manera, tal vez al mes siguiente, o a los tres meses, pero cuando pase el tiempo, no seré alguien importante. No seré alguien a quien necesites. Solo alguien a quien una vez necesitaste.
-Sé que no será así, yo pensaré en ti igual que ahora.

Pero él tenía razón. Pasó el tiempo, y ahora, cuando miro aquel regalo tan estúpido, y a la vez tan importante, recuerdo aquella conversación. Recuerdo lo importante que fue, y la relación que teníamos, como no podíamos estar separados, pero nos separamos al final.

Esto es lo que me robó el silencio, una noche de luna llena.

8 de noviembre de 2011

Es suficiente.


-Es una pena.- Murmuró ella, mirando al suelo, mientras seguía apretando su mano.
-¿El qué?- Los ojos de él la miraron fijamente.
Pararon el paso, dejaron de crujir las hojas de los arboles, caídas en aquel otoño. Un otoño triste para aquellos dos jóvenes, aunque ninguno sabía hasta que punto podía llegar a ser triste para el otro.
-Tú y yo...- Apartó la mirada de los ojos marrones del chico, los adoraba demasiado.-Jamás podremos estar juntos.
-¿Por qué?- Preguntó él, claramente molesto.
-Creo que somos demasiado distintos
-¿Cómo? Nos complementamos perfectamente. Estamos genial el uno con el otro, nunca hemos discutido, nunca lo haremos. Casi podría asegurar que...- Paró arrepentido de lo que iba a decir.
-¿Qué?
-Que nos amamos.
Hubo un silencio que duró una eternidad. Luego ella sonrió.
-Es posible...
-¿Entonces?
-Venga ya, mírate, eres la persona que más se conoce en el mundo. Nadie tiene tan claro lo que quiere como tú, quieres ser libre, quieres vivir, te encanta amar, pero puedes amar a 3 personas a la vez si eso te hace feliz. Te encanta salir de fiesta, el sexo, las drogas y el presente. Odias el pasado y aún más el futuro, nunca piensas en eso. Yo... Yo quiero soñar contigo, quiero hacer planes de futuro, quiero ser una chica, como todas, pero, sentirme única, soñar con casarnos, tener hijos, pensar dónde vamos a vivir. Tú odias todo eso.
-Yo te quiero a ti. Sé como sería una vida contigo.
-Y, ¿Es suficiente?
-Es suficiente.

Esto es lo que me robó el silencio, un simple martes.

30 de octubre de 2011

Por: David Campanario García.

"¿Abuelo, como era esta ciudad en el pasado?"
"Verás, la gente solo se preocupaba por sí misma, en las calles había gente sin hogar...
los llamábamos vagabundos.
Usábamos vehículos con gasolina, que era muy contaminante.
Los humanos nos comíamos a los demás animales, había mucho odio y personas que mandaban sobre otras.
Los países se mataban por dinero."
"¿Países, dinero?" Preguntó atónito el niño mientras mordía la naranja que tenía en la mano.
"Ya te lo explicaré. ¿Pero sabes qué es lo mas curioso?" Preguntó.
"Qué?"
"Que entonces prácticamente todas las personas pensaban que era imposible llegar a vivir así."

http://pensamientosdeunlibertario.wordpress.com

29 de octubre de 2011

Tengo una idea.


Volvamos al masoquismo.
Volvamos al dolor, al darlo todo por ti. Sí, yo me taparé los ojos cuando pase por delante un tio que no seas tú. No querré besar, abrazar o amar a otro. Me enamoraré. Sí, gritaré a los cuatro vientos que estoy enamorada de ti.
Cuando alguien me ofrezca amor eterno contestaré "Lo siento, estoy enamorada de otro" Si pasas de mi lloraré, cuando te vea seré la tia más feliz del mundo, me hará feliz tu sonrisa. Adoraré tu voz.
Te esperaré eternamente. Pase lo que pase, diluvie, nieve, o me de una insolación de agosto en Sevilla.
Y cuando aparezcas diré que solo soy feliz gracias a ti, te pediré que no te vayas jamás, que no soy nadie sin ti, que me has sacado de todos mis pozos, que es solo por ti por lo que sigo.
Y cuando te vayas... Cuando te vayas odiaré a todos de nuevo.
Volvamos de nuevo a ese juego.

Esto es lo que me robó el silencio, un sábado de resaca.

26 de octubre de 2011

Como tocar las estrellas.


-¿Qué ha sido eso?
+¿El qué?
-Sabes de lo que hablo.
+No lo sé... Ha sido como tocar las estrellas.


Sí, como tocar las estrellas desde el fondo del mar.
Como una enorme felicidad por algo sin importancia, como sentirte culpable cuando haces algo bueno por alguien que tu mejor amigo odia.
Es como algo que no te esperas.
Despertarte con una carcajada porque sabes que anoche un desconocido te hizo feliz. No, porque sabes que hoy volverás a verle y puede que deje de ser un simple desconocido.
Sí, lo bueno llega cuando menos te lo esperas, y aunque tal vez yo sea tan... yo, y no pueda olvidar lo malo, creo que hoy por hoy, todo lo bueno lo compensa.
No puedo arrancar el pasado de mi, aun me queda mucho que analizar y yo no sé olvidar. Aún me queda mucho que ordenar, me queda mucho para terminar de separar lo que me tengo que quedar y lo que tengo que tirar a la basura. Mi pasado es muy largo, y eso que casi todo se resume en apenas 3 años.
Lo que pretendía decir con esta entrada es que sí, el pasado tal vez no lo olvide jamás (tal vez en un par de meses) tal vez le dé demasiada importancia o lo necesite como parte de mi presente, pero, también puedo vivir el presente mientras tanto.
Puedo apreciar lo que un vuelco del corazón me hace sentir, el sonido de su voz, su risa, sus ganas de hacerme feliz, mi esfuerzo por hacer feliz a alguien y esas madrugadas, esas noches, esos viernes que siempre acaban mal pero empiezan genial, puedo apreciar que alguien que apenas conozco pueda hacerme la persona más feliz del mundo. Puedo apreciar eso, dure el tiempo que dure. Me robe las lágrimas que me robe, al final del trayecto.

Esto es lo que me robó el silencio, tocando las estrellas.

17 de octubre de 2011

Podrémos volar sin alas.


+Algún día, serémos como ellos.
-¿Tú y yo? No lo creo.
+¿Porqué no?
-Somos distintos.
+Aprenderémos a ser como ellos.
-Yo no quiero ser como ellos.
+¿Acaso eres feliz siendo como eres?
-(...)
+No, ¿Verdad?
-No necesito ser feliz, necesito ser yo.
+Algún día podremos volar sin alas, podremos resistir los golpes sin hacernos pedazos, podrémos sonreir sinceramente, sin hipocresía, sin odio, podrémos aceptar que somos distintos, pero a la vez somos como ellos. Sí, creo que algún día seremos como ellos.
-¿Y dejarnos de lado?
+Solo no necesitarnos.

Esto es lo que me robó el silencio, un lunes al atardecer. Sí, al atardecer.

10 de octubre de 2011

¿Y todos los momentos?


Esta tarde miro fotos y recuerdo todo lo que pasamos.

Amistad. Todos decimos que es para siempre, y siempre se acaba rompiendo, siempre se van los que menos esperas. Y hoy vuelvo a darme cuenta de lo rápido que desaparece todo, de lo rápido que acaba todo.
Hace apenas 2 meses eramos como hermanas, nada era capaz de separarnos, y nada iba a hacerlo. Ni ellos, ni ellas, ni nosotras, nada ni nadie. Pero cuando más segura estaba de que la amistad verdadera nunca acaba, me volví a ver sola, como aquella mañana hace 3 años, como cuando perdí a lo que llamaba "mejor amiga".
Desde aquello, en aquel 2009, me ví completamente incapaz de volver a creer en la amistad, tenía colegas, pero nunca amigos y mucho menos, pensaba volver a llamar a alguien "mejor amigo/a". Pero no me dí cuenta de que tú lo eras, tú eras mi mejor amiga, y sí, es posible volver a creer en ello, cuando pasas los mejores momentos de tu vida con alguien, cuando cuentas tus secretos, cuando eres su hombro y ella es el tuyo, para desahogarte, cuando solo hace falta una llamada telefónica para que aparezca en tu casa con pipas, palomitas y una película cuando estás mal, cuando le dices "este chico no me gusta para ti" y cuando le dices al mismo chico "te juro que como le hagas daño a mi amiga te corto los huevos" ahí, cuando te ríes durante horas con esa persona, cuando haces tonterías por la calle, sin importarte quien esté alrededor, cuando puedes ser tú, y no tienes que finjir nada, ahí, ahí te das cuenta de que tienes un mejor amigo al lado, que la vida sin él no sería la misma, que si desapareciera, ¿Con quién ibas a pasar noches en vela cantando canciones de Disney? ¿A quién ibas a escuchar en la oscuridad llorar por cosas que solo tú comprendes? ¿Quién iba a escucharte a ti? ¿Quién iba a darme la mano cuando llorara por las noches si no era ella?.
Te das cuenta de que tienes un mejor amigo, cuando lo pierdes, y tal vez ese haya sido mi error, tenía tanto miedo de llamarla "mejor amiga", por no saber que hacer cuando la perdiera, que no fui capaz de ver que realmente no había sido desde el primer día. Que con ella, me enamoré por primera vez, que a ella le conté mis secretos, que con ella dí mi primera calada, mi primer trago, que con ella, fui a mi primera fiesta, que con ella pasé noches en vela, que con ella corrí en pijama por la calle en mitad de la noche, ví más películas que con nadie, conocí a mucha gente, pero siempre con ella, y siempre ibamos sonriendo, y siempre nos complementabamos, y si ella estaba mal, yo le sacaba una sonrisa.
Y cuando ella se ponía mala en el instituto, y se iba a casa, yo también, y cuando nos saltabamos las clases, ¿Quién iba a salvarme del marrón cuando nos pillara la policía si no era ella? Y lo más triste es que podría pasarme diciendo momentos, tanto tiempo como he estado a su lado, y eso no haría que regresaran.
Y no pretendo pedir perdón, tal vez por no apreciar lo que tenía, porque sé que eso no hará que vuelva, porque no es la primera vez que me pasa, y solo me queda quedarme sola poco a poco, una vez más, y darme cuenta de lo bien que lo pasabamos juntas, y de lo poco que lo valoré, de lo poco que aproveché esos momentos, de que me rallaba por tonterías, cuando podría haber pasado esos días riendo con ella.
Pero esta vez no voy a dejar que mi orgullo pueda conmigo, esta vez no voy a decir lo mucho que me molesta darme cuenta de que estoy sola, no me voy a enfadar ni voy a patalear, voy a recordar, y a quedarme con todo lo bueno que pasamos, y todo lo que aprendimos juntas, porque sé que vale la pena, porque nunca fuimos solo amigas, fuimos mejores amigas. Y espero poder decir que lo vamos a ser durante muchísimo tiempo.

Esto es lo que me robó el silencio, contando hasta doce.

3 de octubre de 2011

Como si pudiera ser eterno.


-Vive esos treinta minutos que te quedan como si pudiera ser eterno.-


Y esque al mirar el reloj y ver que quedaban tan solo 30 minutos, todo alrededor se desvaneció. Las consecuencias no imporaban y dejó de controlarse, como había hecho las más de 24 horas anteriores, no pensó en nadie, ni siquiera en sí misma, se dejó llevar por lo que sentía, no pensó en lo que la afectarían sus actos.
Necesitaba probar esos labios, sentir que él, y solo él era capaz de acelerar los latidos de su corazón, como no lo había hecho jamás ningún otro, sentirle tan cerca que por un instante pensaran que no iban a separarse jamás.
No importó el tiempo, ni lo que pasaría media hora después, ni las despedidas, ni los remordimientos, ni los "Y si...", solo importaba que había dejado escapar aquello que llevaba reteniendo tanto, y tan poco tiempo a la vez, aquello que la hacía sentir el corazón en un puño, una sensación de vacío inmensa y una soledad de lo más oscura. Aquello que la hacía sentir que lo necesitaba, que necesitaba ser suya, que necesitaba sentir que él le pertenecía a ella y a nadie más.
Y creyó, supo, que aquel instante iba a ser eterno, que aquello era solo el principio, de algo que duraría el resto de sus vidas, que iba a ser la más importante, pero una más de las muchas veces que ocurriría aquello, que le ofrecía su cuerpo y probaba sus labios como si fueran a desaparecer en cualquier momento.
Y así desaparecieron. Pasados 30 minutos, con un suspiro, se alejaron el uno del otro.
Y ella sintió que un trozo de su alma, se quedaba con él. Y no quiso mirar atrás, prefería recordar aquellos cortos minutos, los últimos, los que vivieron como si aquella historia pudiera ser eterna. Soñando con que algún día tal vez lo fuera.
Y esque se volvieran a ver o no, se cumplieran sus sueños, o acabasen en el olvido. Ella ya le había regalado aquel trozo importante de su alma, el más brillante, el más vivo y el que ella más valoraba, el que más protegía.
Y no le importaba donde fuera él, cuán lejos acabaran el uno del otro, quería que aquel trozo tan importante de sí misma, fuera siempre con él, y la volviera loca cada una de las veces que volvieran a verse.

-Y no le importaba donde fuera, quería que su alma permaneciera siempre con él.-

Esto es lo que me robó el silencio, como si pudiera ser eterno.

Inevitable.


Si siempre hay algo que falla, algo que no encaja o algo que se rompe.
Y, ¿Qué más voy a hacer yo? Si cada vez que decido darle otra oportunidad a la vida, después de jurarme y perjurarme no volver a hacerlo, vuelve a desmoronarse todo.
Siempre hay un "No puedo", un "Lo siento", o una promesa que no se cumple. Por eso ya no creo en nada.
Siempre hay dudas, miedos, mentiras, intentos, que solo quedan en eso.
Hoy no puedo ser optimista.
Una parte de mi alma vuelve a desaparecer, como si nunca hubiera existido, la otra está tan cansada que no sabe si quiere dar un paso más. Pero siempre lo acaba dando. Y se arrepiente, y llora, y patalea, y le dice a la otra parte que esta vez no ganará, que no habrá alma libre, que no habrá magia, pero la primera parte le responde con una sonrisa sádica, segura de que las dos cederán ante la locura. Y lo acaban haciendo. Y es un bucle infinito. Imposible de soportar, pero del que tampoco se puede escapar.
Es inevitable, esa es la palabra, inevitable.

Esto es lo que me robó el silencio, en aquel bucle infinito, una vez más.

15 de septiembre de 2011

Si es demasiado difícil para ti, huye.


Nunca es tarde. Pero anoche volvió a haber luna llena.
Sé que tú no sabes qué decir, pero yo sí, y lo diré. Diré todo lo que debo y lo que no.
Que daría todo por tu corazón, por solo un latido más. Que acabaría tus frases cuando no supieras qué decir. Que me prometí no volver a sentir y rompí la promesa conmigo misma. Por eso ahora no creo en promesas, en los siempre o en los nunca.
Que he aprendido mucho en este tiempo, pero nadie me lo ha enseñado. Noches de soledad, durmiendo bajo las estrellas, botellas y más botellas, el alcohol en mis venas, estar sentada en el suelo de un baño vomitando con un cigarro aun sin consumir en la mano. El odio, la venganza, el miedo y la soledad más oscura. El pánico.
He luchado sin espada, sin armadura, sin tan solo un trozo de cartón para defenderme de los golpes, solo por una mirada. Solo por poder verla el resto de mi vida y, ¿Quién me iba a decir a mi, que acabarías sin dirigirme la palabra siquiera? Que leerás esto y no dirás nada, porque no tendrás nada que decir. Que te creí único. Pero solo lo creí, como siempre. Aqui nadie ha demostrado nada.
Desde que te conocí, quise aprender a no llorar, no por mi. Quise aprender a no llorar para enseñarte a hacerlo, quise aprender a sonreir, a luchar, a vivir, para enseñarte a todo ello, solo a ti.
Que tal vez al fin y al cabo solo sea egoismo, el pensar que si ahora te vas, me quedaré como estaba antes de conocerte, sin nada por lo que luchar, sin nada que esperar, sin nada que aprender. Pero es peor. Ahora tampoco quiero nada de eso.
Sí, he perdido las ganas de todo, de todo menos de ver tus ojos, aunque supongo que acabaré odiandolos, o al menos acabaré odiando esta obsesión por ellos.
Lo que te quería decir es que, todo lo que aprendí, fue por ti, y ahora todo se ha derrumbado. Que lo que quería de ti, era enseñarte cada cosa, era enseñarte el mundo que creé, porque sé que tú sí podías verlo, y no necesitaba que fuera otro. Lo que quería era hacerte feliz, y si estuve tanto tiempo a tu lado, sin querer ni recibir nada a cambio, creo que suena creible que te diga que no quería nada para mi, solo verte sonreir.
Y, ¿De verdad crees que lo que más me duele es no tenerte para mi? No, chico, no. Lo que más me duele es que ahora no me dejes tan siquiera sacarte una sonrisa. Ya que no quieres ni verme, ni hablar conmigo, ni mirarme... No sabes lo que duele eso. Pero solo queda asumirlo. Olvidar todo lo que me prometiste "No te voy a dejar sola nunca", "Estaré siempre contigo", "No voy a soltarte", Creo que no debiste haber dicho todo eso si no lo pensabas cumplir.
Aún así, que sepas que no te guardo rencor, porque aunque me lo quitaste luego, me diste demasiado, y eso te lo agradezco, agradezco los momentos mágicos que vivimos, esos que quisiste vivir junto a mi.
Solo me queda darte el adiós definitivo y desearte suerte. Ya no nos volveremos a ver.

Esto es lo que me robó el silencio, mientras tú no sabías qué decir.

11 de septiembre de 2011

Huir de lo que creamos.


Huir de lo más hermoso del mundo. De un pasado lleno de mi misma, de todo lo que creé, de esas ilusiones, de esos sueños, tirarlo todo a la basura, para huir lejos.
Ojalá fuera todo más fácil, ojalá fuera tan fácil como olvidar, como dejar de lado lo que me destroza, pero supongo que estoy demasiado destrozada como para reconstruirme.
Por eso hemos tenido que llegar a esto. ¿Que soy cobarde? Mucho, muchísimo, ¿Que no soy capaz de enfrentarme a mis problemas? Ni lo dudes. No soy capaz porque me he enfrentado tantas veces que nunca los dejé pasar, que se han quedado aquí como parte de mi misma y solo me queda huir, como una cobarde.
Solo queda no volver a mirarte a los ojos, para no perderme cada vez que lo hago. Solo me queda no volver a verle las caras a esos que rompieron la parte de mi que más me gustaba. No tener que contar a hipócritas el porqué soy como soy, el cómo he acabado siendo así. Alejarme.
Alejarme para no ser yo nunca más.
Para no hacerte daño, para no volver a soñar, para vivir como ellos, como si nunca hubieran tenido pasado, centrarme en el presente y dejar aquí esa pesada carga.
Para alejarme de lo que creamos...

Esto es lo que me robó el silencio, un triste domingo. Lo siento.

7 de septiembre de 2011

Cielo...


Sí, sabes? Sí.
Sé muy bien lo que sientes.
Hoy he comprendido tu amor, y te extraño.
Sé lo que es besar otros labios que no son los tuyos y, ¿Sabes? Sí he bebido.
Sé lo que es amar y aún más el no tenerte, el perderte entre los besos, de otras personas.
¿Sabes? vuelvo a perderme, siempre culpa del amor, siempre culpa del esperar que aparecieras al cruzar la esquina.
Bueno, puedes pensar que es culpa del alcohol, puedes pensar que mañana me arrepentiré, tal vez sí, de decirlo, pero eso no va a quitar que esté sintiendo esto.
Odio no poder evitar el escribirlo. El sentir celos de esa tia. Lo siento.
Odio tener que escribir esto, porque sé que te va a doler, pero de verdad que lo necesito.
De verdad que te necesito.
Odio darme cuenta de que... Es igual...

6 de septiembre de 2011

Aún así, esto es lo que nos ha quedado.




Bueno, deja que pase el tiempo, me dijo una parte de mi. Y es que sí, vuelvo a ser yo.

Supongo que habrá que volver de dejar a un lado todo lo que sentí un día, empezar desde cero, guardar en la caja de la experiencia todo lo que he aprendido y no hundirme. Lo último es lo más difícil.
Es fácil saber lo que hacer, lo difícil es tener el valor para hacerlo. Pero es lo que toca.
Me enamoré. Me volví a enamorar aún cuando no acabaron de cicatrizar ciertas heridas, aún cuando me prometí a mi misma no volver a hacerlo, por que sabía como iba a acabar. Una vez más acerté.
Pero si algo me han enseñado estos meses de masoquismo, arañando heridas sin cerrar y echando sal a las recién creadas, es que el dolor te acaba haciendo inmune.
Lloré despues de mucho tiempo, volví a sentir ese dolor, volví a sentirme vencida. Pero luego el mundo dejó de girar, todo se quedó quieto y me di cuenta de que lo mismo que me había destruido me había hecho ser quien era, ser fuerte, fría, pensar como pienso, y saber encajar los golpes de la mejor manera posible.
Es muy posible que mi confianza esté a -100, aun no la he puesto a prueba. O tal vez no ha aparecido nadie que me haya dado la oportunidad de ponerla a prueba. Es muy posible que no tenga en cuenta los sentimientos como antes, o que sea algo más egoista. Pero también sé que he aprendido suficiente como para no volver a fallar, no al menos sin saber que me llevaré, después, algo de aquel error. Y es que, no es malo cometer errores, siempre y cuando aprendamos algo de ellos.

Esto es lo que me robó el silencio, hoy. Sigamos caminando y siendo fuertes.

4 de septiembre de 2011

Que fácil.


Que fácil, que rapidez para echarlo todo abajo. Apenas cinco segundos para romper algo que he construido en meses.
Que rápido se han convertido los sueños en ilusiones estúpidas, que rápidamente he vuelto a sentirme la persona más inútil del mundo.
No sabía que esto fuera tan frágil, en serio. Que podía volver a llorar de esta manera, que podía sentir este dolor. No sabía que fuera a volver a sentir estas ganas de no volver a ver la luz del sol, solo porque tú no estás.
Buah, sí, he sido una imbécil.
Por imaginar cómo sería septiembre al volver a verte, por creer que esta tarde iba a volver a sentir tu corazón, como siempre que me abrazabas, que escribiríamos nuestra propia historia, con besos, promesas y sonrisas. Pf, sí, es una estupidez.
Que ilusa he sido.

Esto es lo que me robó el silencio, el último domingo de mi vida.

3 de septiembre de 2011

Dile a los sueños que vuelen.


Ya no los necesitamos aquí, ya sé que no existen, que la única realidad es esta.
Y, ¿Para qué mentirnos? Me he intentado engañar un millón de veces, diciendo que no me duele tanto, que he aguantado cosas peores, y, lo cierto es que es verdad, he aguantado cosas mucho peores, y por eso no entiendo que me duela tanto esta realidad.
Todo sería tan fácil como hasta ahora, como escucharte, sonreírte, alegrarme de que estés bien y volver a separarnos, conformarme con un abrazo de vez en cuando y con ver tus ojos todos los viernes.
Podría seguir asumiendo lo que soy, podría seguir ahí, luchando cada minuto, pero el alma se desgasta. Algo escuece dentro, tal vez el saber que es una lucha vana, que me estoy quedando con una millonésima parte de lo que podría tener de ti. De lo que necesito tener de ti.
Y me duele más que a ti decirte que no me creo nada, es cierto, y no necesito que lo creas, solo sé que me duele mil veces más que a ti. Porque sé lo que siento, y sé lo que quisiera decirte, que confío en ti, que lo estás haciendo bien, que nadie me ha tratado tan bien como tú, pero no es lo que de verdad siento, porque personas para las cuales es mucho más difícil demostrarme algo, lo están demostrando, y yo no puedo dar más que las gracias y decir siempre la misma frase que tantos odian "estoy enamorada de otra persona". Seguro que a muchos de los que lean este tablón les suena esa frase.
Y es que debo de ser imbécil. Ya no siento nada, ¿Sabes? Es decir, hace tiempo que no sé lo que son ciertos sentimientos, sí tengo cariño a algunas personas, las quiero, los aprecio, los desprecio, me gustan, me disgustan, pero hace mucho tiempo que nadie es capaz de hacerme llorar, me digan lo que me digan, nadie es capaz de hacerme sonreír sinceramente, hagan lo que hagan, nadie es capaz de hacer que el corazón me lata a mil por hora solo con rozarme, solo con mirarme, hace tiempo que no sé lo que es la felicidad, el odio, el amor, a menos que te vea aparecer, a menos que vea a la única persona de la que sé que te has enamorado, a menos que me mires a los ojos.
Pero algún día tenía que rendirme, porque duele demasiado, porque llevo luchando mucho tiempo por algo que no me pertenece, ni nunca lo hará.
Eres el único que ha conseguido que algo me duela de esta manera, pero, hey, también eres el único que ha conseguido hacerme la persona más feliz del mundo con un abrazo, con una mirada. Eres el que me ha enseñado a luchar por lo que quiero, aunque al final no consiga nada. Me siento orgullosa de haber luchado por ti, porque eres alguien que merece la pena. Pero no puedo hacer más si tú no sientes lo mismo...
Así que bueno, se acabó el luchar. Sí, me rindo como una cobarde.
Pero nunca te voy a dejar solo.
Te quiero. <3

Esto es lo que me robó el silencio, un sábado nublado.

1 de septiembre de 2011

¿Qué se siente cuando no se siente nada?


El vacío, los recuerdos, todo lo que aprendimos un día.
Mil sensaciones que no sabemos dónde encajar, al igual que los golpes, las sonrisas y los momentos de euforia.
¿Qué se siente cuando no se siente nada? Todo. Lo sentimos todo. El no sentir nada es simplemente un bloqueo, un bloqueo del alma, cerrar el corazón y negarnos a cualquier sentimiento que antes hubiera acabado en dolor, en cualquier tipo de dolor, acoger cualquier sentimiento que siempre nos impidió sentir ese dolor, aunque fuera evitándonos sentir otras cosas buenas.
No sentir nada es sentir demasiado. Tanto que todo lo que sentimos acaba haciéndose una bola en nuestro estómago y a revolverse hasta hacernos vomitar ansiedad e indecisión, miedo, pánico y cobardía.

Y desde que el tiempo se paró no supe ver las cosas como el resto. Como las veía siempre.
No sé si empecé a sentir demasiado o dejé de sentir todo. Sé que me cerré completamente a cualquier cosa que me recordase a mi pasado, tanto lo malo como lo bueno, evitándome así sentir más angustia y miedo.
No me importaba que todos me vieran como alguien a quien todo le causaba indiferencia, alguien a quien no le importaba nada. Seguía dando un paso atrás ante la mínima duda, ante la mínima señal de dolor que viera de lejos.
Y no me importaba como me viera el resto.

Esto es lo que me robó el silencio, charlando con la indiferencia.

Gracias por esas mentiras.


Ahora he aprendido a no creer en nada de lo que me digan, por mucha sinceridad que vea, porque te acabas olvidando de todo lo que me prometiste.
Te olvidas de que me hiciste creer en un "siempre" y son muchas veces ya, muchos momentos en los que me siento sola, mientras te tengo a mi lado, muchos momentos sintiendo frío, pensando que pronto volverás para animarme, porque eres el único capaz de hacerlo, que al menos te tengo a ti.
Y luego vuelves, sí, vuelves, días después, pidiéndome perdón, como si nada hubiera pasado, y yo sonrío y te digo que no te preocupes, que ya estoy bien. Sí, porque hablo contigo, porque vuelvo a mirarte, y vuelvo a enamorarme, justo en el preciso momento en el que estaba al borde, en el que estaba a punto de querer olvidarte, porque ya me habías demostrado suficiente. Y todo vuelve a repetirse, vuelvo a quererte como a nadie, vuelvo a confiar en tus palabras, vuelves a decir que siempre estarás conmigo, que confíe en ti, que no voy a estar sola nunca más.
Y te vas. Y vuelvo a esperarte días y días sin saber cuando volverás a aparecer, cuando volverás a hacer como si no hubiera pasado nada. Cuando volverás a acordarte de que estoy esperándote.
Ahora sé que todo era mentira, y ya no quiero esperar más, porque no sé cuando piensas volver a ver si sigo esperándote y a sentirte orgulloso de ello. No sé ni siquiera si volverás, o te has ido definitivamente.
Gracias por hacerme confiar, como nunca quise hacerlo, para esto.


~

Y entonces me levanté, despues de meses sentada en el mismo frío suelo, apoyada en el mismo muro, duro y resquebrajado. Y comencé a andar, sin mirar atrás, sin volver a ver aquello que había visto durante tantísimo tiempo. La esperanza, la ilusión, las fuerzas y los sueños. Comencé a andar, sin rumbo, pero sabiendo lo que dejaba atrás.
Y en aquel momento llegó él y no alcazó a ver más que un espacio vacío, y allí, a lo lejos, la figura de una chica caminando hacia el horizonte, una figura que le resultaba familiar, y que sabía que no volvería a ver jamás. Pues acababa de ser abandonado a su suerte.
Decidió esperar, a que mirara hacia atrás, tan solo un segundo, a que lo viera allí, en pie esperandola, buscandola, pidiendo perdón por la tardanza, pero definitivamente, había llegado demasiado tarde.


Esto es lo que me robó el silencio, durante días de soledad.


27 de agosto de 2011

Que frío, coño.


Este cansancio, esta rutina, el saber lo que sienten y a la vez darse cuenta de que sabes tan poco.
Que te digan "no sabes lo que es eso" y pensar que lo sabes de sobra, y pensar que no puedes explicarlo, ni arreglarlo, ni dar soluciones, porque no las hay.
Que frío ver como pasan, como se quedan con un trozo de ti, mientras tú, dispuesta a dar más y más trozos hasta que se sacien y no necesiten nada, te acabas quedando con tan poco.
Mirar las estrellas incluso cuando no las hay, y acordarte de que aún quieres que esté alguien a tu lado.
Que frío para ser agosto en Sevilla.
Y todo va demasiado bien, ¿No? Ahora sabemos más, y odiamos esa nostalgia. Odiamos recordar lo mucho que la cagamos y odiamos incluso el saber que no volveremos a cometer esos errores que tanto nos marcaron. Hasta el punto de ser nuestro presente, futuro y el pasado... eso ya no existe.
Saber que todo es perfecto porque no hay nada que perder, ya que tampoco ganamos nada en todas esas batallas. Solo la conciencia, los miedos y heridas que al cerrarse se convierten en cicatrices, y eso no desaparece.

Que frío hace en la azotea a estas horas, y eso que es agosto en Sevilla.

23 de agosto de 2011

Voy.


Allí donde estuvimos una vez. Donde debes volver, donde te esperaré.
En aquel sitio donde nos dimos la mano y echamos a correr. Donde nos reimos a carcajadas. Donde me besaste y te besé.
Voy allí donde supe lo que es amar, gracias a tus ojos.
Voy allí donde me demostraste que valía más que cualquier mal vicio. Donde me demostraste que hay alguien a quien aún le importo.
Voy donde acabamos solos en medio de un montón de gente. Mas solo existíamos tú y yo.
Donde no importaba lo que dijera, pensara o viera el resto, porque con nosotros nos bastaba.
Voy.
Voy a buscarte, o a esperarte, hasta morir de tristeza viendo que no apareces, o hasta morir de felicidad cuando vuelvas y me abraces, cuando vuelvas y me prometas que vamos a volver a vivir aquellos momentos, ni una ni dos, sino mil veces más. Voy a escuchar de tus labios que no te vas a ir nunca de mi lado, que me necesitas tanto como yo a ti.
Voy allí donde pasamos horas hablando de nosotros, de nuestro pasado, de nuestro presente y futuro juntos.
Donde veremos nevar, llover, y nos secaremos al sol, tumbados en el cesped, mientras nos miramos a los ojos.

Voy a donde espero encontrarte.

Esto es lo que me robó el silencio, mientras te buscaba.