16 de noviembre de 2011

No, no debo sentirme tan mal.


Bueno, hacía unos meses que no leía, así que antes de dormir cogí un libro que dejé a medias hace bastante tiempo. Un libro lleno de polvo, que estaba en mi escritorio, entre otros libros, cuadernos, carpetas y una película, un DVD, más especial de lo que yo creía. El que me prestaste.
Estos últimos días he estado pensando, actuando menos, ya que no tengo la oportunidad, pero haciendo lo que puedo en cada momento y, creo que no debo sentirme tan mal como me he estado sintiendo.

Tú te portaste como si fueras el hombre de mi vida, un chico que de la noche a la mañana se enamora perdidamente de mi, hace locuras y pasteladas increíbles, mientras me demuestra lo romántico que es. Tristemente, la persona que me ha hecho las cursiladas más bonitas de toda mi vida. Ese fuiste tú, el único capaz de decirme que me amaba una semana después de conocerme. El único capaz de vendar mis ojos y guiarme para quitarme la venda y ver una preciosidad de "loquesea". Sí, y te quise creer especial, aunque tuviera miedo, porque nunca creí en los tipos como tú (Y ahora sigo sin creer). Pero te dí una oportunidad, y por eso sé que no es culpa mía.
Tú desapareciste, y volviste con la excusa que volvieron todos los que se olvidaron de mi por un tiempo, en algún momento de mi vida. Pero desapareciste, como todos ellos. Y volviste siendo otro, cuando volviste, diciendo que me seguías queriendo, esperando que yo te recibiera con los brazos abiertos, pidiéndome perdón y mimándome de nuevo. Debiste haberte quedado, ¿Sabes?.
Al principio pensé que yo estaba siendo dura, que podría salvar lo que fuera que tuviésemos, pero luego me di cuenta, de que yo para ti no era absolutamente nada. No era la mujer perfecta, como tú para mi el hombre perfecto, no, no era un cuento lo que teníamos, ni nada hermoso ni repleto de sentimientos increíbles, solo eramos dos desconocidos. Todo lo que tuvimos fue solo una ilusión. Sí, todo el mundo quiere conocer a alguien así, todos quieren vivir esta historia pero, dime, ¿A quién le dura para toda la vida? La realidad no es así, no se ama en una semana, no se intenta impresionar a alguien que apenas conoces, para eso hace falta tiempo.
Y nuestro... lo que fuera que tuvieramos, no era distinto. Tú no me conocías lo suficiente como para confiar en mi, yo no te conocía lo suficiente como para saber que no ibas a confiar en mi. No sabía que no te iba a importar el modo en que dijeras que yo no era nada, que solo era una desconocida, que no podía ayudarte, que no podía hacer nada por ti, que te alegrabas de haberte alejado de mi en su momento, porque finalmente te demostré que me importabas más de lo que debías.
Porque tal vez yo no creé un cuento de hadas, tal vez dudaba ante la idea de que me amaras, y nunca te dije que yo te amaba, tal vez tuve miedo a confiar en alguien como tú. Pero es el tiempo lo que realmente pone a cada uno en su lugar, y a mi el tiempo me llevo a donde estoy ahora.
Encontrando el DVD que me prestaste, y por el que me doy cuenta de que esto no ha acabado, tengo que volver a verte para devolverte la película. Que no es tan fácil como olvidarlo todo y pasar, porque al fin y al cabo, siempre le daré demasiadas vueltas a las cosas.
Que no, no metí la pata, no fui dura, ni metomentodo, fui alguien a quien le importabas lo suficiente como para querer ayudarte.
Y, cuando nos conocimos, cuando llegó el momento de la verdad, los dos fuimos sinceros, sin miedos, sin máscaras, disfraces o dudas, yo sentía la necesidad de estar contigo mientras estabas mal, y tú querías que esta, realmente desconocida, te dejara en paz.
Y no, no debo sentirme mal, porque no habría funcionado, no con alguien como tú.

Esto es lo que me robó el silencio, una madrugada de noviembre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario