8 de noviembre de 2011

Es suficiente.


-Es una pena.- Murmuró ella, mirando al suelo, mientras seguía apretando su mano.
-¿El qué?- Los ojos de él la miraron fijamente.
Pararon el paso, dejaron de crujir las hojas de los arboles, caídas en aquel otoño. Un otoño triste para aquellos dos jóvenes, aunque ninguno sabía hasta que punto podía llegar a ser triste para el otro.
-Tú y yo...- Apartó la mirada de los ojos marrones del chico, los adoraba demasiado.-Jamás podremos estar juntos.
-¿Por qué?- Preguntó él, claramente molesto.
-Creo que somos demasiado distintos
-¿Cómo? Nos complementamos perfectamente. Estamos genial el uno con el otro, nunca hemos discutido, nunca lo haremos. Casi podría asegurar que...- Paró arrepentido de lo que iba a decir.
-¿Qué?
-Que nos amamos.
Hubo un silencio que duró una eternidad. Luego ella sonrió.
-Es posible...
-¿Entonces?
-Venga ya, mírate, eres la persona que más se conoce en el mundo. Nadie tiene tan claro lo que quiere como tú, quieres ser libre, quieres vivir, te encanta amar, pero puedes amar a 3 personas a la vez si eso te hace feliz. Te encanta salir de fiesta, el sexo, las drogas y el presente. Odias el pasado y aún más el futuro, nunca piensas en eso. Yo... Yo quiero soñar contigo, quiero hacer planes de futuro, quiero ser una chica, como todas, pero, sentirme única, soñar con casarnos, tener hijos, pensar dónde vamos a vivir. Tú odias todo eso.
-Yo te quiero a ti. Sé como sería una vida contigo.
-Y, ¿Es suficiente?
-Es suficiente.

Esto es lo que me robó el silencio, un simple martes.

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