7 de diciembre de 2011

Tal vez aún no lo sepas.


Puede que no te des cuenta, de que el pasado puede ser más doloroso para unos que para otros.
Que el hecho de que te recuerden lo que un día fuiste, algo que se queda para siempre dentro de ti, puede destrozarte.
Que soy algo más que mi pasado, algo más que lo que fui, o lo que muchos quisieron ver. Que soy algo más que lo que inventaron de mi, o de lo que demostré, por confiar más de la cuenta.
Soy, a pesar de todo, una persona. A mi pesar a veces.
Porque veo que a veces quieren hacer daño, a veces lo hacen sin querer, pero siempre juzgan demasiado rápido.

He estado metida en lios. Sí. He estado al borde de la muerte. Sí. He estado amando y he aprendido a odiar. He dejado de amar hasta tal punto, que no sé si podré volver a hacerlo. Me he humillado, me han humillado, y me he mantenido en silencio, cuando tal vez debí hablar. He hablado más de la cuenta, cuando tal vez debí callar. He bebido más alcohol del que soportaría cualquiera con mi cuerpo. He fumado más mierda de la que pueden soportar mis pulmones. He gritado. He destapado secretos. He sentido una increible impotencia, al ver, que mi verdad solo servía para hacerme perder, mientras que sus mentiras, eran motivo de alabanza. He conocido de cerca a la ansiedad y a la demencia. He perdido los papeles. No he podido controlarme. He deseado matar y he deseado perdonar, ambos deseos inútiles.
He llorado durante tantas horas seguidas, que me dolían los ojos y me escocían las mejillas por culpa de las lágrimas.
Me han odiado, y me han amado. He imaginado demasiado, y he sido feliz. Pero estoy segura de que también he llegado a ser, aunque sea por un instante, la persona más infeliz del mundo.
Me he avergonzado de lo mismo que un día me hizo sentir orgullosa.
He mentido. Me han engañado. Y he abierto puertas que nunca debían de ser traspasadas.
Me he agarrado a un clavo ardiendo y he dejado escapar la mayor alegría, sin motivo alguno.
He sufrido. Y ante todo, he crecido.

He cambiado y he creido. He creido en mi y he seguido caminando. Sabiendo que ni tú, ni ellos, ni nadie, tendrá derecho a juzgarme jamás, como lo han hecho durante toda mi vida, porque ellos jamás estuvieron en mi piel.

Esto es lo que me robó el silencio, cuando el resto no entendía de llevar un pasado a cuestas.

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