12 de agosto de 2012

Dicen.



Que nos rompemos dicen. Que no somos capaces de mantenernos en pie. 
Y yo no sé tú, pero mi caos es irrompible. 
Este orden desordenado. Esta ausencia de estabilidad que es sentirme yo. Esto es paz. 

Ellos no lo entienden, pero yo ahora sé quien soy. 

Soy mis libros y su mirada. Soy mis sueños, esas estrellas y telarañas. Soy mis dudas y mi masoquismo literal. No poder vivir sin un toque de destrucción. 
Soy mi odio. Lo que más valoro. Mi infinito placer. Observarlos, saber que no me entienden, que nunca lo harán y sentir esa tristeza que casi me eleva y me hace sentir por encima.

Respiro y sonrío y que me alimente el rencor. 
Que me haga amar un cielo estrellado, unas páginas, sus versos, mi prosa, sus besos, mis drogas. 

No saber vivir siguiendo el camino marcado, pero haber alcanzado la felicidad más extrema que ellos podrían imaginar. 
No estar atada a su necesidad de seguir el camino marcado, ser libre, pero haber alcanzado la tristeza más extrema que ellos podrían imaginar. 

Y, ¿Qué más da? 

Dicen que no seremos felices. No saben que ya lo somos. 

No es equilibrio, es desequilibrio. ¿Tarde? ¿Pronto? Estoy en el centro. En el fondo. Sonriendo. 


Esto es lo que me robó el silencio, casi evitándome.

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