14 de enero de 2014

Pero quédate.


¿Cuántas veces me he despedido de ti y cuántas veces vuelvo a escribirte?
¿Cuántas veces te he echado a patadas de mi lado y cuántas veces has vuelto cuando te he necesitado?
Siempre serás el único que siga a mi lado después de todo. Ya sea porque quieres o porque no puedes irte. Y casi preferiría que no. Porque siento que te hago daño también a ti. 

Porque anoche te dije el "que te jodan" más romántico que he dicho nunca.

¿Qué vas a hacer tú conmigo? Ya no somos esos. Ya no somos esos que son incapaces de alejarse el uno del otro, que van a verse a escondidas cada madrugada solo para dormir abrazados como si no existiera nada ahí fuera. Fuera de nosotros. 
Ya no somos esos. 
Ahora estamos atados, encadenados por obligación. Tú ya no puedes salvarme y yo ya no puedo matarte. 

Quién habrá dado más problemas a quién. 

Pero estás y a veces consuela. Y a veces creo que deberías ser el único que esté. O que yo debería ser la única que esté contigo. Solos. 
Oh Dios, que ya te veo como la última opción, como si fueras a estar tras la última opción. Tras la última decisión de mi vida. 
Sería precioso y lo más doloroso del mundo. Pero estás. 

Perdóname por llorar en 2008. 
Perdóname por hablar de ti, como si ellos lo entendieran. 
Perdóname por haberte pedido que te quedaras. 
Perdóname por haberte pedido que te fueras.
Perdóname por no matarte del todo y por haberlo intentado. 

Al fin y al cabo, soy tu única tortura. Y no puedes deshacerte de mi. Ni yo de ti. 
Quédate. Pero que te jodan. Porque ya no podemos hacer nada. Porque ya no somos esos. 

1 comentario:

  1. Bonito. Me recuerda a una vieja historia de alguna vida anterior a esta.

    Abrazos.

    ResponderEliminar