10 de enero de 2012

No esperaba menos de ti.


-¿Perdona?
+Sí, sabía que algún día admitirías que sigues conservando ese odio hacia las personas. Y me siento orgulloso de ti.
-¿Quién ha admitido nada?
+Como si no te conociera, a estas alturas...
-No sé si te entiendo.
+Me entiendes más de lo que te gustaría. Conservas lo que te hace parecer como ellos, porque es tu única forma de sobrevivir. Tú única forma de salvarte de la autodestrucción. Pero sabes que los sigues odiando, los odias tanto como yo. Los desprecias, te dan asco. Es lo único que pueden darte, tienen lo que merecen por tu parte, y tú lo sabes. Pero si lo admites abiertamente, saltarán los puntos que le cosiste a ese corte que aún te escuece.
- Y, ¿Qué es lo que conservo, según tú?
+Venga ya, no te hagas la loca ahora. Conservas esa máscara, con la que tendrás que pasar el resto de tu vida si quieres aprovecharla, porque crees que es la única vida en la que puedes existir.
-Hablamos de vida, no de existencia.
+Hablamos de oportunidades. Y esta es la única que tienes.
-Es la que me han dado.
+Bien, empezamos a entendernos.
-Sigo aquí.
+Sí, sigues aqui y allí. Sigues a su lado, porque sabes que no tiene la fuerza suficiente para llegar a tu fondo. Porque sabes que nunca sabrá como eres realmente, y, por tanto, no podrá destruirte.
-Hablamos de autodestrucción.
+Hablamos de vivir. Y sí, de ese modo, puedes vivir aqui. Y me siento orgulloso, no esperaba menos de ti.
-Insinuas que soy hipócrita.
+No insinuo nada, la hipocresía es cosa de ellos. Tú no eres ellos. Pero juegas bien tu papel.
-No juego.
+Vives.
-Vivo.

Esto es lo que me robó el silencio, un martes.

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