22 de marzo de 2012

Nuestra historia, ha acabado.


Siéntete orgulloso. Por no haber apreciado lo que se te daba sin merecerlo. Por haber rechazado algo como si pudieras encontrarlo en cualquier parte. Pero hoy, te diré algo:

Jamás. Jamás encontrarás en el mundo a nadie que llegue a quererte y a dar por ti, la mitad siquiera de lo que yo sentí y dí.
Quise convencerme de que todo lo que hacía por ti, lo merecías, que cualquier dolor y situación, por cruel que fuera, merecía la pena por tenerte a mi lado. Pero me equivoqué. Porque yo te hice feliz. Eso no puedes negarlo. Te hice feliz, te dí todo lo que llevaba dentro, te dí esa parte de mi alma que solo podía pertenecerme a mi, la arranqué solo por darte esa sonrisa orgullosa que llevas dibujada ahora en la cara, y tú cogiste ese trozo de mi, y lo trataste como un niño trata un juguete. Jugaste conmigo y luego me pisoteaste. Mentiste, inventaste una historia, quedando como alguien inocente, sin culpa de que yo me hubiera arrancado el alma para que tú jugaras con ella, sonreiste, me rompiste, te fuiste, y me olvidaste.
Y sí, siéntete orgulloso, porque me has hecho el suficiente daño como para tener lo que querías. Sentir que eras tú quien mandaba en mi corazón. Sí, siéntete orgulloso. Porque una tía lo ha dado TODO por ti. Siéntete orgulloso porque yo he acabado destrozada y tú tan normal, yendo a por otra, porque yo ya no te valgo. Siéntete orgulloso por haberme tratado como un juguete. Y sí, yo te he amado, no te lo voy a negar. Nunca voy a odiarte, porque es imposible, digan lo que digan odiar a alguien que un día amaste. Pero me he dado cuenta de que no vales ni una cuarta parte de lo que me hacías creer.
Que no eres ese chico perfecto, el único que me comprendía, el único que sabía qué decir en los malos momentos, que no eres lo que siempre quise, que no eres quien podría cuidarme y quererme el resto de su vida. Que tú no sabes amar.
Y no, no importa lo que digas, porque cada vez que conoces a alguien, le dices que la amas. Porque se ve demasiado claro que nunca te importó nadie más que tú, que siempre fuiste un egoísta disfrazado de misántropo.

Tú nunca podrías entenderme. Eres demasiado egoista.

Y creéme cuando te digo, que no te voy a olvidar nunca. Que nunca podré odiarte. Que te he amado más que a nadie. Pero ahora sé realmente cómo eres, tal y como tú solo has demostrado. Ahora sé realmente lo que mereces, y por supuesto, no es todo lo que te dí. Ahora sé que no eres quien busco.
Nuestra historia, ha acabado. Y aunque a veces piense en ti, recuerde nuestros momentos, y piense en tu mirada, no quiero volver a tenerte. No quiero volver a vivir tus frías mentiras.

Esto es lo que me robó el silencio, 22 de marzo. Ui.

No hay comentarios:

Publicar un comentario