6 de junio de 2011

Y jamás olvidarte.


Fue por miedo, por cansancio, cobardía o estupidez, por lo que no te dije todo lo que pensaba, por lo que no te dije ni una cuarta parte:
Que quería esperarte toda la vida, que nada de aquella carta mentía o exageraba, que adoraba el roce de tus labios, que no pensaba hacer caso a todos los comentarios que me rodeaban y me intentaban hundir, a cambio de estar a tu lado, que siempre echaría de menos tu sonrisa y como me mirabas, como se te ponía la piel de gallina cuando te besaba, como apretabas mi mano cuando ibamos por la calle, como me abrazabas y luego decías "No me importa quien nos vea". No te dije que no olvidaría aquella mañana en tu cama, ni el abrazo que me diste aquel viernes, cada uno de tus peluches y que me pidieras que te hiciera cosquillitas en el autobús.
Que me odiaba a mi misma por decidir abandonarte, sabiendo que era un error.
Nunca te dije que con nadie me sentiría como me sentí contigo y que, a pesar de todo, sigo esperandote, aun sabiendo que tu nunca querrías volver a mi lado.
Nunca olvidaré los juegos en aquel parque, y el latido de tu corazón, cuando me decías "Todo se arreglará" para tranquilizarme. Al final nada se arregló...
Nunca te dije que me odié demasiado aquel viernes por la noche, al escuchar la decepción en tu voz.
Nunca te dije que te amaba. Y todo fue por miedo.
¿A la soledad? A que me despreciaran, a que me intentaran hundir y tu no pudieras hacer nada. A perderlo todo.
Nunca te dije lo mucho que lo siento.

Esto es lo que me robó el silencio, aquella mañana de domingo.

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