15 de mayo de 2012

-¿Hasta cuando?- Debí preguntarme.

Y usarte de espada y no de escudo. 

Y esperar a la esperanza, y no darla por resurgida. 

¿Qué no he hecho? 
Compramos una promesa y nos olvidamos de que no se traficaba con la ausencia. 
Que yo sigo siendo yo, y tú jamás. 
Siendo claros: que te has ido. 

Se me ocurren mil razones, mil excusas y mil formas de esperar. Se me ocurre que esperas que no espere, porque ya son tantas decepciones, y tantas veces las que lo hice, que no me arriesgo.
Que me conoces demasiado, y sabes cada uno de los movimientos que puedo hacer. Que estás en mi cabeza. En todos los sentidos. 

Pero, ¿Sabes? Yo no quiero jugar. Yo no quiero preguntarme, responderme, hacerme fuerte por perderte, culparme, culparte o sorprenderme. 
Yo quiero que estés. 
Simplemente eso: Yo quiero que estés. 
Como estabas, como estuvimos, como estarías y no estarás.

Que no lo entiendo. Lo sabemos. Que sonreirás al leer esto. Lo sabemos. 
Que eres demasiado tú.Que soy demasiado tú. Que soy demasiado yo. Y tú me tienes, pero no lo eres.

¿Qué esperas? Si todo lo que te dije sin pensar, era lo que sentía. 
Si sigo cumpliendo promesas y preocupándome porque cumplas las tuyas. 
Que no sé qué hacer cuando todo acabe, ahora que no tengo adonde ir. A quién esperar. 

Yo fallé, siendo consciente, y lo seguiré haciendo. Vuelvas o no. 

Sé que no hice caso al destino, pero, tantas veces me hablaron de él, que ya no sé cuando es real y cuando no. 
Tal vez el destino fuera este, que me abandonaras. 
Y sí, esto para mi es un abandono. Sabes que yo sin ti, no. 

Debí preguntarme hasta cuándo. Hasta cuándo serías capaz de estar. Hasta cuándo podría apoyarme en ti. Hasta cuándo duraría eso de creernos. 

¿Hasta cuándo?- Debí preguntarme. 

Ya no hay pregunta que valga. Tampoco quiero respuestas. Yo quiero que estés.

Esto es lo que me robó el silencio, de repente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario