30 de mayo de 2012

Sentirme al borde del adiós.



Me sentía como si algo quisiera salir de mi pecho, y no fuera mi corazón. El corazón apenas latía. 
Sentía un nudo en la garganta, ganas de echar a llorar, desconsoladamente, histérica, con rabia, dejar salir el dolor. 
Sentirme demasiado llena. Demasiado vacía a la vez. Sin servir para nada. 
No poder arreglarlo. Que todo diera igual. Y seguir con aquella sensación en el pecho.
Tal vez incluso quería que acabara lo que me hacía estar en vilo. Lo que equilibraba la balanza en un 'a ver qué ocurre', a ver si todo se derrumba y podemos empezar de cero, construyendo un palacio entero con los escombros de esta casucha. Tal vez. Pero no soporto ver como se difumina, lentamente, como todo, sin dejarme tocarlo ni para despedirme, como un espejismo. 
Temblaba, sentía pánico, un pánico horrible, soledad, una soledad oscura e inmensa. Sentía que jamás iba a volver a tener nada de lo que un día tuve. Que ni siquiera lo supe apreciar. Sentía que todo acababa. 
Me encogía, respiraba, sin controlar bien el ritmo, no sabía si lo hacía bien. Mas, a cada exhalación, sentía que escapaba de entre mis labios un trozo de mi. 
Solo quería escapar. Echar a volar. Levantar los pies del suelo y sentir que todo era mucho más pequeño desde allí arriba. Que nada merecía suficiente preocupación. Pero, por más que quisiera, no tenía alas, y no iban a salirme en ningún momento. 
El vacío me oprimía. 
Necesitaba odiarme,hacer algo, golpear paredes, matar a seres humanos o desaparecer de repente. 
Pero no podía hacer nada, y aquello no era simple impotencia. 
Solo sentía esa presión continua en mis oidos, sobre mis parpados, en el pecho y en las sienes. Solo sentía dolor. El peor dolor del mundo. 
Sentirme al borde del adiós. Sentir que es mi decisión saltar al vacío, para ser consumida por él, finalmente. O, por el contrario, seguir al borde, con las ganas de volver atrás, atravesar ese muro invisible a mi espalda que solo me permite avanzar o quedarme donde estoy. 
Golpearlo, destrozarlo, escapar. Pero no se puede hacer nada. Avanzar o esperar. En cualquier caso, moriría de dolor. 


El alma me comía. Todo aquello era yo. Y recordé que una vez, cierta persona me preguntó qué era el alma. 


Si tuviera que vivir esto, lo entendería a la perfección. 

Esto es lo que me robó el silencio. Y yo contando los días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario