27 de noviembre de 2012

Ganas de huir. -Insomnio. Toma 2-


Huir de todo lo que controlo demasiado. Querido insomnio. 

Vivir eso que vivieron tantos personajes de mis libros y textos. Huir. 

Deshacerme del ancla. 
Y bueno. 

Tantas veces lo intento. Encajar en este mundo. Tantas veces lo he intentado y no ha querido funcionar. Y me he avergonzado. ¿Cómo puedo intentar encajar en un mundo que odio? Me resulta tan patético, ridículo y absurdo... 
Pero huiría. 
Sin el ancla huiría lejos. 

Saldría con lo puesto y cogería el tren de madrugada más barato al lugar más oscuro. 
Pasaría el viaje mirando las estrellas y pensando dónde encontraría un hotel, un puente o un banco en el que me pudiera permitir pasar el final de la noche. 
Al amanecer saldría y hablaría con esos desconocidos que aun no me han dado motivos para odiarlos. 
Oiría voces que nunca oí, vería caras que nunca vi e imaginaría que estoy en un mundo completamente distinto. En una vida completamente distinta y que nada más existe. 
No tendría rencor. Los recuerdos formarían parte de una vida que ya no sería la mía.
El pasado ya no pesaría y mi maleta aún menos. 
¿Por qué no? 
Encontraría un trabajo estúpido que podría llegar a gustarme y viviría rodeada de libros, folios, tinta, películas, chocolate, series, palomitas, helado, llantos, soledad, tristeza, amores platónicos, sueños, imaginación, felicidad, euforia, estupidez. 

Sería capaz de empezar de cero si pudiera hacerme a la idea de que todo lo que tengo ahora no existe ni ha existido jamás.
Podría huir lejos y vivir sin necesitar.

Pero claro, echaría de menos mi ancla. ¿Qué soy yo sin mi ancla? No, que va. 

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