13 de febrero de 2012

Cuando solo queda el recuerdo.


Cómo me encantaría volver allí.
Allí donde nada dolía. Aquellos años en los que no planeabas lo que iba a pasar mañana, simplemente aprovechabas el momento, y no costaba tanto como ahora.

Donde tu mayor problema era que mamá te iba a hacer de cena algo que no te gustaba, no tenías la muñeca cara que te encantaba o no te dejaban pasar más tiempo en los columpios.
¿Dónde quedó aquello? ¿Dónde quedó esa ilusión? Llegar a casa y jugar con cualquier cosa. Pasar horas y horas inventando historias con tus muñecos, no cansarte nunca. Arrastrarte por el suelo hasta despellejarte las rodillas, saltar en los sofás, esconderte debajo de la cama y pedir que te dejaran la luz del pasillo encendida hasta que te durmieras.
Cómo me encantaría volver a crear historias tan fantásticas sin necesidad siquiera de muñecos. Un par de amigos y, con imaginación ya podíamos jugar a cualquier cosa.
Cualquier sitio era bueno para construir una cabaña y pasarse días divirtiéndose.

A veces pienso que ojalá no hubiera aprendido tanto. A veces me gustaría no haberme decepcionado nunca, no haberme enamorado, no haber aprendido a odiar, no haber abierto los ojos de esta forma tan cruel. A veces me gustaría seguir ciega ante el mundo, no entender de sentimientos, no saber lo que ocurre en paises no tan lejanos al mío, donde la gente muere solo por vivir allí, sin haberlo decidido. A veces me gustaría no ver como las personas se matan entre ellas por un trozo de tierra, por un trozo de metal, por un trozo de papel. No haber sabido jamás que no tenemos elección, que si el destino está escrito es por culpa de los mismos que escribieron eso que llaman leyes, derechos y deberes, en los que solo se cumple lo malo.

Pero he aprendido, he crecido, contra mi voluntad, como todos los demás. Pero yo tengo algo a mi favor, y es que, a pesar de haber abierto los ojos y haber visto mucho más de lo que me gustaría, conservo esa parte de mi, que cuando está mal, cierra los ojos, abre el corazón y deja salir el alma para dejarla volar a aquel lugar donde todo es perfecto, donde todo es tal y como lo creé un día.

Esto es lo que me robó el silencio, cuando solo quedaba el recuerdo.

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